Reflexiones desde mi mochila

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Llevaba un tiempo sin escribir, fruto en parte de una «sequía de temas» y por otra de diversas circunstancias recientes que han ocupado mi tiempo. Me ha sorprendido que mas de un amigo, que me he encontrado por el pueblo, me ha parado para decirme lo que estoy comentando, y eso me congratula.

Hace unos días, otro amigo que se acaba de jubilar me escribía: No sabes lo que es aburrirse cuando quieres estarlo, estar pendiente tan solo de ti. Dormir sin pensar qué te dejaste por hacer. Despertar lo mismo que te dormiste. Ponerte a leer algo que no hacías hace… ¡Auhhhh!, una novela por ejemplo. Re-aprender a escribir con boli, porque la tendinitis de los pulgares te impide ya chatear por obligación, por móvil. Un suplicio, de verdad. Un sin vivir. Si lo llego a saber…

Una vez pasada la carcajada inicial, me puse a visualizar lo que «se me viene encima» en poco tiempo, dado que estoy ya en el tiempo de descuento para ello, y no pienso forzar una «prorroga», y mucho menos las «tandas de penaltis». Después, me vino la reflexión sobre lo afortunados que somos los que podemos hacerlo.

Vayamos por partes. Hace unos años, cuando Antonio me preguntaba en la entrevista de «Encuentros en la Castelar» si me veía en el pueblo cuando me jubilara (entonces vivía en Francia), le dije que no… ¡Pues ya ves!¡Aquí estoy de nuevo desde hace mas de un año! El tiempo pasa, evoluciona, y las circunstancias con él. Muchos de mis amigos y amigas, por pura lógica de tiempo, están ya jubilados/as o en ciernes. Los que ya lo están me cuentan, sin excepción, lo contentos que están. Debe haber quién no lo esté, pero no lo conozco. En segundo lugar, estoy deseando recuperar mis vivencias. Cada uno tiene las suyas, las mías están repartidas por la geografía nacional e internacional. Me he movido mucho. Sin ir mas lejos, aún he vivido mas tiempo en Sevilla que en mi pueblo. O los años pasados en Oviedo. Y los de Francia, donde guardo amigos españoles, aparte de mi hijo. A eso me refiero, a revivir el tiempo con los amigos de esos sitios. Para otros seguro que recuperar sus vivencias es otra cosa. Las mías están guardadas en mi mochila viajera y pretendo sacarlas. ¡Tengo tantas cosas que hacer además! Que no dependan, por cierto, de despertadores u horarios fijos…

La otra parte es lo afortunado que me siento por poder llegar a hacerlo. Aún no he llegado pero quiero llegar. La alternativa no me «mola» nada. Y no solo llegar, sino hacerlo en buenas condiciones de salud y económicas. Porque la verdad es que aparte de quienes no llegan, están los que lo hacen en malas condiciones. Y eso tampoco «mola» nada. Soy de los que estoy convencido que hay que intentar llegar a esa etapa en condiciones suficientes para disfrutarlas, que el tiempo vuela y cuando te quieres dar cuenta, al menos las condiciones de salud se han deteriorado tanto, fruto de la edad, que ya no es lo mismo.

Respeto a todo el mundo, pero no comparto con los que dicen que no quieren hacerlo, porque no saben qué hacer con su tiempo si no es trabajando. Y creo además que, contrariamente a lo que dicen muchos, nos deberíamos retirar antes o al menos no después de lo actual, y dejar «hueco» para los que vienen detrás a sustituirnos… ¡Savia nueva!

Amigo/a lector/a, si eres de mi generación seguramente compartirás mis lineas, o si no serás de los de trabajar sin parar hasta el final. ¡No pasa nada! ¡Somos muy afortunados de poder estar con este dilema o con esta esperanza! ¡Mucho! ¡Disfrutémoslo!

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