EL FORÁNEO DE ALCÁZAR

El Despotismo Ilustrado y Alcázar: La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Alcázar de San Juan

"Una historia de ilusión y esperanza, decepción y llanto que termina en olvido" (Por CHINDASVINTO)

Hablamos de la segunda mitad del fatídico siglo XVIII , durante los reinados absolutistas de Fernando VI y Carlos III. El imperio, estaba en gran parte ya perdido, y lo que quedaba pendía de un sutil y frágil hilo de cohesión que acabaría por romperse y el imperio por perderse. De otra parte la debacle económica que no dejaba respirar al país, con presupuestos anuales que en algunos años ya incluían todos los ingresos previstos en los diez años siguientes, sobre todo en los periodos de preguerra de las muchas que España soportó en el periodo. Estos eran los aspectos territoriales y económicos. En cuanto a los sociales y culturales hubo muy importantes cambios también.

Carlos III retratado hacia 1765 por Anton Raphael Mengs (1728-1779). Museo del Prado.

Mientras, allende Pirineos aparece LA ILUSTRACIÓN como movimiento cultural e intelectual, nacido a mediados del siglo XVIII y que perduró hasta los primeros años del siglo XIX, especialmente precoz y activo en Inglaterra, Francia y Alemania y que​ inspiró profundos cambios culturales y sociales, incluidos los más drásticos, tanto que fueron el germen de la Revolución francesa, o la Revolución Industrial en Gran Bretaña o la Independencia de EEUU en América, por nombrar alguno del otro lado del Atlántico. Debe quedar muy claro que la Ilustración no era revolucionaria, aceptaba en orden existente en la sociedad apelando a una élite intelectual y a una aristocracia de mérito. No obstante, sí que era hostil a los privilegios seculares y a la desigualdad frente a la ley, pero poco tenía que decir de las desigualdades económicas y por esta razón era atractiva para los absolutistas.

Se denominó de este modo por su “declarada finalidad de disipar las tinieblas de la ignorancia de la humanidad mediante las luces del conocimiento y la razón.​ Los tres conceptos más importantes y motores del movimiento fueron: la razón, la naturaleza y el progreso”. (Thomas Bobbes. “Leviathan” (Oxford World's Classics). Oxford University Press. Ult. Reimp. 2009).

Existió también una importante Ilustración española e hispánica, aunque más científica y humanística que política, de la que se alejaba (la Inquisición aún estaba operativa y asustaban los cambios políticos).​ El siglo XVIII es conocido pues como el SIGLO DE LAS LUCES​ y del asentamiento de la fe en el progreso. Importantes ideas como la de búsqueda de la felicidad, la soberanía de la razón, y la evidencia de los sentidos como fuentes primarias del aprendizaje nacieron durante esta época. Ideales tales como la Libertad, Igualdad, el Progreso, la Tolerancia, la Fraternidad, el gobierno constitucional y la Separación Iglesia-Estado tienen su nacimiento igualmente en esta época.

Los Ilustrados sostenían que el conocimiento humano te eximía de la ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor y ejercieron una vital influencia en aspectos científicos, económicos, políticos y sociales de la época.  Aquí en España, cuando este movimiento se iniciaba todavía andábamos pensando que éramos, con nuestro Imperio, los garantes de la fe católica y del cristianismo en toda Europa y territorios imperiales, siendo esa su última y suprema tarea y que el emperador lo era por la Gracia Divina y por mandato de Dios. (nota del autor: es nuestro sino que nos persigue… paciencia queridos lectores).

Retrato de Voltaire, gran ideólogo de la Ilustración. Retrato de Nicolás de Larguilliere. Óleo sobre lienzo. Museo Carnavalet. Francia

Siendo breve, el grupo de pensadores de élite y creadores del movimiento fueron los enciclopedistas franceses (Voltaire y los de su entorno:  Rousseau, Montesquieu, Diderot, d’Alembert, Buffon, Quesnay, Du Plessis y Condillac). Los científicos empiristas alemanes, los filósofos como Enmanuel Kant y los ingleses Newton y Locke, entre otros. Sería interminable el listado completo.

Espero que los lectores entiendan una nota personal, mi propia experiencia vital con este tema, porque sé que muchos se plantearan las mismas dudas que yo me planteé. Tuve la suerte de ser alumno de un gran profesor de Historia que condicionó para siempre mi vida y mi forma de elaborar el pensamiento y no me ha ido mal. Eternamente agradecido le estaré y dado que se trata del mismo tema,  sirva esta anécdota de homenaje como el que se merece la profesión de “profesor y maestro”. Siendo, como digo un adolescente  y estudiando este mismo tema no podía yo entender cómo esa arcadia feliz de la Ilustración y su altura de miras con esos conceptos (con la razón, salir de la tiranía de la ignorancia y alcanzar la felicidad y el progreso) y con esas palabras tan grandilocuentes que ni cabían en la boca ( Tolerancia, Libertad, Fraternidad, Progreso…) ¿cómo podía convivir la Ilustración con el sistema de gobierno en el seno del cual se intentaba desarrollar ese pensamiento, EL ABSOLUTISMO, que era un polo opuesto y que estaba  extendido por todas las monarquías de la Europa Occidental? . No entender esa convivencia se hacía un imposible para mi mente adolescente, y lo vivía con angustia y sensación de fracaso. Mis preguntas reiteradas y frecuentes en oídos de mi querido profesor (QEPD), uno de esos muchos profesores que de forma callada y humilde modelan diariamente  la madurez de los alumnos, uno de esos maestros anónimos, y que los hay por doquier, pero que no son  la raza dominante. En lugar de sentarse conmigo y confundirme aún más con peroratas que no hubieran disipado mis dudas, me cogió del brazo, se acercó a mi oído y me dijo en voz baja, casi susurrando: “Leviatán, de Thomas Hobbes, !!está en la biblioteca…que no te vean cogerlo!!!”. (todavía en los primeros años setenta del pasado siglo era libro casi tabú y yo hacía el bachiller en un Internado de curas)”. No hizo falta más, entendí todo tras la lectura. Gracias y aunque sé que ya no vive, que sea “In saeula saeculorum” para él y para todos los que como él, tienen el honor -porque lo es- y la responsabilidad -que también lo es- de formar personas y enseñarlas a pensar. Noble profesión del maestro, sino la que más, y si se ejerce con honradez!!!.

Con el ABSOLUTISMO las monarquías absolutistas de Europa occidental que gobernaron entre los siglos XVI y XVII fueron modelo de régimen donde el rey poseía todos los atributos de la soberanía: elaboraba las leyes, administraba la justicia, recaudaba impuestos (mediante funcionarios) y mantenía un ejército permanente. Luis XIV, por ejemplo, afirmó: “L’Étàt c’est moi” “El Estado soy yo”. Eso representó un avance en el aspecto político, ya que desarrolló la centralización y contribuyó a la unificación territorial de Inglaterra, Francia, España y Austria principalmente. Pero los ciudadanos partidarios de esta forma de gobierno, afirmaban que el poder era transmitido directamente por Dios, y éste era el único ante el cual el rey respondía de sus actos.

En “Leviatán” Hobbes menciona que la autoridad del monarca provenía de un acuerdo establecido entre él y sus súbditos, y no de la autoridad de Dios como sostenían los monarcas. Quedaba así el Estado como el garante y tutor del pueblo. Había nacido el término DESPOTISMO ILUSTRADO. Los monarcas aceptaron las ideas propuestas por la Ilustración. Los problemas del Estado absolutista requerían de la colaboración de personas cualificadas y con nuevas ideas, dispuestos a reformar e impulsar el desarrollo político y económico de las naciones, lo que se dio en llamar REFORMISMO.  En España, las reformas ilustradas que encajaban en el absolutismo y que fueron llevadas a cabo, no por la única voluntad de un rey sino por las ideas y actos sus válidos y  ministros, que eran una minoría de ilustrados, culta, formada por nobles, funcionarios, burgueses y clérigos fueron, entre otras: Reformas educativas (planes de estudios universitarios) y culturales (museos,  creación de reales academias de la Historia, de la Lengua,...) Reformas urbanísticas (iluminación pública, alcantarillado, ...) Reforma de las costumbres (prohibición de la capa larga, una de las causas, junto con la carestía de los alimentos, del motín de Esquilache), por nombrar algunas quizá más llamativas. Digamos que el movimiento ilustrado presionó hasta vencer al absolutismo en base a la lucha sobre tres pilares: 1) Político: contra la concentración del poder en manos del monarca, 2) Social: contra la división rígida y desigual de la sociedad y 3) Económico: contra las imposiciones insufribles de impuestos.

En España hubo un solapamiento entre eruditos ilustrados radicales y otros más conservadores que eran mayoría. Los más radicales llegaron al esperable choque con los más conservadores, eruditos también, pero que preferían el sistema de conocimiento arcaico, donde la fuente del saber era la revelación divina y no querían saber nada de aplicación de la razón a todo. Estos ilustrados, aunque radicales, no eran anticlericales puros ni ponían en duda la fe, ni la divinidad, pero aseguraban que todo tenía explicación por el razonamiento. La situación en que se encontraba el país obstaculizó una eclosión inmediata, el auge dinámico de algunas de sus zonas geográficas (unas más ricas y con mejor acceso al conocimiento que otras -especialmente Cataluña​- y la actuación coadyuvante del poder político  ya que todos ellos, los más relevantes fueron ministros de Carlos III y Carlos IV después) facilitaron la aparición de un nutrido y valioso grupo de ilustrados (Cabarrús, Cadalso, Campomanes-prototipo del erudito Ilustrado español-, Capmany, Feijoo, Floridablanca, Jovellanos, etc.) condicionado, no obstante, por el arraigo y la preponderancia del pensamiento escolástico tradicional. Seguíamos en el vagón de cola y en ello mucho tuvo que ver la poderosa mano de la religión y la histórica conciencia de nuestra fe. La excomunión también planeaba vigilante y aunque le ya quedaba poca vida a la Inquisición seguía en sus fatídicas funciones. (Ruiz Torres, Pedro (2008). Reformismo e Ilustración. Vol. 5 de la Historia de España, dirigida por Josep Fontana y Ramón Villares. Barcelona: Crítica/Marcial Pons. ISBN 978-84-8432-297-9.)

La siguiente preocupación de los gobernantes comprometidos con la Ilustración era que estas ideas, se difundieran, que llegaran a todos los públicos y darles un sentido buscando respuestas, unas respuestas a los problemas desde la razón. Los nuevos conocimientos e ideas penetraron en España desde mediados de la centuria, despacio y poco a poco ya que la Enciclopedia francesa aunque era leída y estaba al alcance de cualquier interesado, estaba prohibida por la Inquisición española.

El conocimiento científico y técnico se difundieron básicamente por tres vías:

1.  Publicaciones:  libros, visitas, museos y prensa y entre 1770 y 1780 los escritos de Buffon y de Linneo llegaban bien. Más tardaron las ideas mercantilistas económicas de Adam Smith ya casi en 1790

Las ideas políticas eran más controvertidas. Los escritos de Montesquieu, cruciales para la ilustración tenían demasiados argumentos en favor de la libertad individual, la tolerancia religiosa y la monarquía constitucional (no absolutista) como para escapar a la atención de la Inquisición, pero a pesar de que fueron prohibidos, su pensamiento penetró en la península. Voltaire tuvo menos influencia ya que aparte de su prohibición inquisitorial, despertó menos interés en los españoles.

2. La Prensa fue otra vía de penetración de las ideas ilustradas y además estaba en una situación más ventajosa en la lucha por el cambio y es en ella en la que se puede observar un elemento de crítica social, primero en El Pensador y posteriormente en El Censor.

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Portada de la obra Semanario Erudito, del naturalista Carl von Linneo en una edición de 1732. Biblioteca Nacional de París.

El Censor no dudaba en atacar a los parásitos sociales, al clero pudiente y a los oscurantistas, incluida la Inquisición. Su editor, un abogado llamado Luis Cañuelo, se adelantó a los acontecimientos clausurando él mismo la publicación antes de ser llamado por los tribunales. Otros periódicos como El Correo de Madrid era menos radical que el Censor, pero ayudó a difundir la ideas europeas. Otro vehículo de tendencia reformista era el Semanario Erudito.

Este Semanario fue fundado por Antonio Valladares de Sotomayor en 1787, que publicaba documentos de historia española como fuentes de instrucción y crítica, usando el pasado para conocer el presente.

La lectura de la prensa es otro indicador de la composición de la élite intelectual. Las listas de suscriptores confirman la existencia de una minoría progresista entre la aristocracia y el clero, pero también la mayoría de los lectores eran hidalgos y plebeyos, en especial profesionales, comerciantes y miembros de la burocracia muchos de ellos concentrados en Madrid y Sevilla.

Pero, no todo era tan fácil y tan sencillo, pues en el XVIII los que sabían leer e interpretar, no lo hacían porque casi que les daba igual a nivel económico el Absolutismo que la Ilustración y solo prestaban atención al Reformismo con tal de no perder poder en esas reformas. Y los verdaderamente interesados en mejorar su vida y ser más felices, no sabían leer. Una paradoja más de nuestra querida España.

Lo que más acercó el conocimiento al pueblo llano, porque además tenía voz y voto y porque se trataban problemas de índole local donde ellos estaban legitimados para participar mediante sus representantes fueron la tercera y más novedosa creación de divulgación de la época:

3. Las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País.  (Alcázar de San Juan tuvo la suya, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Alcázar de San Juan) y no era común que un lugar cualquiera que tuviera Sociedad Económica y menos aún que tuviera la acreditación de Real porque para ello, los requisitos eran varios en breve desarrollaremos. Eran algo muy similar lo que ahora llamamos Ateneos prácticamente y allí se debatían temas generales pero primordialmente se trataban temas locales de la economía local de su progresión, y de sus posibilidades.  Se comentaban nuevas ideas que llegaban desde allende fronteras, en resumen todo aquello que significara y progreso para la ciudad, debate y discusión entre los más eruditos e interesados por el conocimiento y cuyas deliberaciones eran puestas en conocimiento de la gente del común que desgraciadamente tenía dificultades o simplemente no sabía leer o no disponía de la preparación suficiente como para discutir temas que requerían una formación básica al menos. Estas Sociedades fueron canales de difusión de la Ilustración y fueron entidades de nueva creación.

 Los lugares de debate fueron las Sociedades Económicas y la Prensa, como hemos visto.

Entre 1765 y 1820 se crearon en España unas 70 Sociedades Económicas, protegidas por Campomanes y por el Consejo de Castilla y por el interés de sus miembros en las ideas europeas y en la situación de España. Aunque encontraron cierta hostilidad entre los conservadores, en modo alguno eran anticlericales como ya mencionamos previamente y de hecho, entre sus miembros se contaban numerosos eclesiásticos. Su objetivo era mejorar la agricultura, el comercio, la industria, etc. mediante el estudio y la experimentación y su interés en la Ilustración era pragmático más que especulativo. Desde el punto de vista social pretendían educar a la nobleza, no arrinconarla (la nobleza iba camino aparte, porque como ya hemos dicho, mientras no perdiera privilegios ni riqueza, no perdían el tiempo en lecturas y en ampliar sus mentes con las innovaciones que llegaban).

Las Sociedades Económicas de Amigos del País figuran entre las instituciones más singulares del movimiento ilustrado español del último tercio del XVIII. Y solían aparecer en aquellos lugares donde había un sustrato de riqueza que había que explotar y cómo hacerlo eran cuestiones de debate. En sitios escasez de recursos o de inviabilidad de desarrollo no se creaban ni acreditaban sociedades Económicas.

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La Sociedad Bascongada de los Amigos del País fue la primera que se fundó, en Vergara por un grupo de Aristócratas ilustrados vascos entre los que se encontraban el conde de Peñaflorida y el marqués de Narros. Ensayo publicado por dicha sociedad en 1765 .

Su aparición bajo el reinado de Carlos III reflejó el espíritu reformista del gobierno de los condes de Aranda y de Campomanes, Francisco de Roda, José Moñino (Conde Floridablanca) y Jovellanos. En 1764 se constituyó la primera Sociedad Económica Bascongada de los Amigos del País impulsada en Vergara (Vitoria) por el conde de Peñaflorida con objeto de fomentare la economía nacional y debatir el avance de la industria y el progreso de las artes y las ciencias. Entre sus miembros cabe destacar a figuras reformistas como Olavide, Azara, o Menéndez Valdés. Campomanes como fiscal del Consejo de Castilla, impulsó su difusión con la publicación y distribución por todo el país de su Discurso sobre fomento de la industria popular de 1774. Hasta 1820 florecieron más Sociedades Económicas que formaron una vasta red al servicio de los reformistas.

En sus reuniones periódicas, aristócratas y notables estudiaban los medios para desarrollar la vida económica y la instrucción pública. Entre los ejes de su actividad, que culminaba con la redacción de memorias e informes, cuando no la publicación de trabajos y la creación de bolsas de estudio en el extranjero. Destacaban las nuevas técnicas agrícolas, el regadío, el desarrollo de la metalurgia, el fomento de las manufacturas de lino y seda, los tintes, las buenas letras y las escuelas de primeras letras y oficios para jóvenes.

Las comunicaciones no se limitaban al fomento de la economía y abordaban cuestiones de economía política, el libre comercio o el régimen de propiedad, aunque sin poner en tela de juicio los principios de la monarquía absoluta.

Con su actividad avivaron la conciencia crítica sobre cuáles eran los males de la nación, y difundieron una fe en el progreso como medio para poner fin al atraso secular del país, aunque la escasez de medios, la pérdida de empuje del reformismo y las dificultades económicas minaron sus ánimos y capacidades de acción frente a problemas de envergadura. Pese a que en muchos casos, su actividad fue acogida con escepticismo, cuando no denunciada ante la inquisición, los Amigos del País se hicieron cargo de sus antiguos seminarios de nobles y de otras instituciones educativas, orientando su actividad hacia la formación técnica de los menestrales hasta las primeras décadas del siglo XIX.

LA REAL SOCIEDAD ECONÓMICA DE AMIGOS DEL PAÍS DE ALCÁZAR DE SAN JUAN

.(https://ceclmdigital.uclm.es/Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Cuadernos de Estudios Manchegos. 1951, n.º 4.)

Veremos información ahora más específica sobre la Real Sociedad de Alcázar

1. Dotación que ofrecía Alcázar para detentar la sociedad con la acreditación de Real:

En las décadas finales del siglo XVIII, La villa de Alcázar de San Juan era cabeza de partido, capital del Gran Priorato de San Juan de Castilla y León y residencia oficial del Vicario y Arcipreste de la Dignidad Arzobispal de Toledo ejerciendo su jurisdicción sobre 14 pueblos de su comarca (Arenas, Argamasilla, Consuegra, Herencia, Madridejos, Manzaneque, Quero, Tembleque, Turleque, Urda, Villacañas, Villafranca de los Caballeros, Villarta de S. Juan, Ruidera, los castillos de Cervera, Guadalerza, Peñarroya, Villaverde, el santuario de Sta. María del Monte y otra serie de encomiendas distribuidas por el resto de España (entre ellos Lora del Río y Tocina, Sevilla), lugar de nacimiento de mi madre) y algunos pueblos que alternativamente estaban sometidos a su dominios.

Durante mucho tiempo hubo una encarnizada lucha entre los Grandes Priores y el Arzobispo de Toledo por conseguir la doble jurisdicción (temporal y espiritual), hasta la Concordia de 1698, donde se dictaminó que mientras Alcázar seguía siendo la sede del Vicario eclesiástico en representación del obispo de Toledo y sería el vicario el que poseía la jurisdicción espiritual y pastoral, mientras que lo temporal seguiría bajo la dirección del Gran Prior. Aun así hubo fricciones hasta 1875 por la duplicidad de jurisdicciones.

A finales del XVIII eran 2.200 vecinos que computaba unas 11.000 almas, un número alto en la historia de la villa (solo superado por los 18.000 habitantes que tuvo en 1530), pero con las epidemias, y la guerra de la independencia se inicia un descenso demográfico que no se recuperaría hasta 1900 como consecuencia del establecimiento del ferrocarril.

Contaba con dos parroquias, la de Santa María y la de Santa Quiteria bien surtidas de clérigos, un convento de Franciscanos donde se impartían estudios universitarios, tres hospitales segregados por sexo los dos primeros y para transeúntes el tercero, llenos siempre a causa de los más frecuente que eran las tercianas.

La tierra productiva, aunque árida era buena y centrada la producción en los cereales, vino y aceite. Además, allí se asentaba la mayor fábrica de Salitre de la península, o al menos la de mayor producción.

Sus gentes tenían la consideración de “hábiles para el comercio y prontos para todo”. Una feria al estilo de las de Medina del Campo, menos ostentosa, pero de ágiles intercambios.

Aunque todavía no estaba en marcha, la gestión del Prior con la información privilegiada obtenida en la corte, ya dejaba entrever el proyecto de construcción de linea férrea vertebradora entre Madrid y sus comunicaciones con Andalucía y el Levante (aún llevaría tiempo, pero era un potencial enorme. La Estación fue inaugurada en 1854). Esto era de una importancia económica y social vital

2. Fundación de la Real Sociedad Económica. 1786, 22 de Octubre fue sancionada por el Rey Carlos III

Retrato del Infante D. Gabriel, hijo de Carlos III y María Amalia de Sajonia. y hermano de Carlos IV de España y Fernando IV de Nápoles. Óleo sobre lienzo de Antonio Rafael Mengs. Museo del Prado. Madrid.

Fue el ahínco del Gran Prior el Infante D. Gabriel, hijo de Carlos III que reinaba en el momento y con la intención de mejorar la decadente situación a nivel local, quien sin consulta popular, decidió fundar la institución en base a los objetivos generales de las Sociedades Económicas de Amigos del País y además incluyó toda la estructura organizativa de las Juntas de Caridad y toda clase de instituciones benéficas y asistenciales que ya existían por doquier especialmente  en pueblos del Partido Municipal ( Monte Pío de labradores de Consuegra y fábricas de seda en Herencia y Villacañas). El carácter Renovador y Reformista del reinado de Carlos III llegó a la Mancha esencialmente a través de su primer ministro, el Conde de Floridablanca y de aquel, que tras las disputas jurisdiccionales no podía quedarse atrás, el cardenal de Toledo y primado de España D. Francisco de Lorenzana.

Los trámites para la aprobación de los estatutos fueron rapidísimos, no en vano había sido elaborados por el Conde de Floridablanca. El 2 de febrero de 1786, el mismo Floridablanca pasaba al Consejo de Castilla las Ordenanzas y el Rey las aprobaba sancionándolas definitivamente el 22 de octubre del mismo año.

Con muy buen criterio, y esto es opinión personal del que escribe, el Infante quería que tanto las autoridades civiles como eclesiásticas del Partido Judicial participaran en el programa de reformas y así se dirigió al gobernador del Priorato, al Ayuntamiento de la Villa, jueces, párrocos, cabildos comunidades eclesiásticas y vecinos de Alcázar y propuso a todos la creación de una Junta que a la vez velara  por: una eficaz y racional beneficencia, fomentase la agricultura, la industria y el comercio y eliminando vicios antiguos, contribuyendo así al florecimiento de la Villa.

Cardenal primado de Toledo. Francisco de Lorenzana. Óleo sobre Lienzo de Matías Moreno. Museo del Prado

La Junta quedó compuesta por: el propio Gran Prior y protector el Infante D. Gabriel como presidente, el Gobernador del Priorato como representante suyo, el Vicario del Arzobispado de Toledo, los dos párrocos de Santa Quiteria y Santa María, el Regidor Decano del Ayuntamiento, el Síndico del común, los dos fiscales tanto eclesiástico como real y dos vecinos del pueblo, elegidos por la Junta de entre los mas destacados de la Villa. El Vicario de la dignidad Prioral que aunque desde el Concordato de 1698 residía en Consuegra, era también miembro de la Junta a la que podía asistir cuando se encontrase en Alcázar.

El vicario eclesiástico de Alcázar escribía a la curia de Toledo comunicándoles el optimismo y las manifestaciones de felicidad que reinaba en la localidad, y no era para menos, aunque las cosas no fueran bien. Era muy importante lo conseguido y los vecinos estarían orgullosos de su Villa, de pertenecer a ella en las mismas condiciones que en grandes ciudades industriosas y potentes económicamente como las Vascongadas, la Matritense, Cataluña… y unas 96 localizaciones más de las cuales aproximadamente unas 17 siguen en funcionamiento, entre ellas la de Sevilla que aún resiste.

3. Inicio de las Juntas y dificultades iniciales 

.(https://www.cervantesvirtual.com/obra/las-amigos-del-pais-de-la-promesa-de-la-felicidad-a-la-crisis-del-reformismo-ilustrado-1055875)

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Separata de boletín de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Alcázar de San Juan (Fig. A) que aparece incluida, probablemente por los déficit para edición autónoma, en el Boletín del Centro de Estudios del Siglo XVIII
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Boletín del Centro de Estudios del Siglo XVIII ( Fig.. B) de la Universidad de Oviedo.
Recopilación y Reimpresión de los documentos de 1975

 Las primeras reuniones de la Junta se celebraron en el Ayuntamiento ante la dificultad de encontrar un local especial y en tanto se preparaba el edifico donde radicarse la institución. Estas Juntas iniciales fueron presididas por el Gobernador y teniente vicario del Gran Priorato (que residía en Consuegra) procediéndose a la creación de los siguientes cargos intermedios: Mayordomo o tesoreros de caudales y fondos, pedidores encargados de recabar limosnas por los barrios que habían ofrecido algo espontáneamente, pues se prohibía expresamente por las Ordenanzas cualquier colecta de puerta en puerta. Y se designaron 16 diputados de barrio (cuatro eclesiásticos y doce seglares) ,cuatro por cada barrio de los cuatro en que fue dividido el pueblo.

 Las funciones de estos visitadores eran examinar las necesidades reales de los vecinos y ponerlas en conocimiento de la Junta. Pero pese al entusiasmo de la mayoría de los miembros y del vecindario, la duplicidad jurisdiccional del Arzobispo y del Gran Prior, generaron dificultades.

Casa de la Gobernación del Priorato (Actual Casa de Luis Ibáñez) sede del Gran Priorato. Parece, según alguna fuente no muy acreditada, que pudiera haber sido el lugar de reunión de la Junta de la Real Sociedad Económica de Amigos del País ante las quejas del Infante y del Cardenal Lorenzana por la falta de espacio en el Ayuntamiento, sede habitual de dichas reuniones.

Una vez establecida la Junta de Caridad el Prior hacia saber a la Curia toledana que la referida institución había de sostenerse económicamente de los fondos del pósito de la Gobernación así como de los bienes de las cofradías existentes en Alcázar (eran 11 cofradías en Alcázar, y en todo su partido 72 y generaban 60.155 reales de vellón por año) y que, desde aquel momento quedaban suprimidas para ser destinadas a los referidos fines. Es decir, ingresos que antes iban al Arzobispado ahora irían a la Sociedad. No era poca la cantidad y lejanos y enfrentados los intereses.

El pósito se declaraba jurisdicción del Gran Prior y el propio Infante Gabriel se erigía en árbitro para distribuir los bienes de la Institución. Su vinculación con el rey, había acelerado el proceso de aprobación de los estatutos y proporcionaba seguridad y postura de fuerza en estas determinaciones. Asimismo y al margen de las prevenciones que había hecho el Consejo de la Gobernación del Arzobispado, se ordenaba que el Vicario diocesano del partido judicial y el fiscal eclesiástico debían ser miembros de la Junta lo mismo que los dos párrocos de la ciudad.

Lorenzana, conocedor de las intrigas de palacio y de la posición de privilegio del Infante prefirió dejar en manos de los responsables de la administración diocesana, guardianes de los derechos del Arzobispo, los derechos de la mitra en las vicarías manchegas y el cardenal, antes de firmar las ordenanzas hizo saber a su Consejo de Gobernación la cuestión para que no le culparan de haberse desentendido de los derechos arzobispales frente a la jurisdicción privilegiada del Gran Prior. El consejo de Gobernación determinó que ni el vicario ni el fiscal de -Alcázar debían firmar esas ordenanzas pues no quedaba a salvo la jurisdicción diocesana al atribuirse el Gran Prior facultades sobre personas e instituciones y que si bien pertenecían a sus facultades por razón del territorio, caían indirectamente bajo la subordinación del arzobispo. Esta resolución fue el argumento utilizado dos años después para que el Vicario procediese a justificar su no asistencia a las reuniones de la Sociedad Económica.

4)  Programa económico y social de la Real Sociedad Económica

Las constituciones proponían:

1. Una serie de medidas encaminadas a eliminar la mendicidad y la ociosidad del pueblo, fomentando la agricultura y señalando como medio concreto la creación de un Monte Pío de labradores a semejanza del que funcionaba en Consuegra con resultados excelentes.

2. Trazar un amplio plan de repoblación forestal, principalmente de moreras para aprovechamiento de la seda en manufactura tal y como se hacía en Herencia y Villacañas.

3. La promoción de la agricultura iría encaminada en beneficio de un desarrollo de la industria y del comercio “un pueblo agrícola, jamás sería rico” argumentaban.

4. El alto índice de analfabetismo indujo a la Junta a facilitar la creación de escuelas primarias, sufragar gastos y mentalizar a los padres para que enviasen a sus hijos a dichos centros. Fruto de ello fue la creación inmediata de una escuela para niños y otra para niñas. Incluso el entusiasmo llegó a los Padres Trinitarios a crear una especie de seminario menor para capacitar a novicios y a cuantos aspirasen a la carrera sacerdotal.

Todas estas metas eran altas, pero era inaplazable el tema de la mendicidad. La cantidad de mendigos verdaderos y falsos mendigos era desproporcionada y difícil distinguir unos de otros. Las Ordenanzas establecieron unos celadores de barrio para conocer de cerca las necesidades, y obtener certificado médico para atender a los verdaderamente enfermos y una atención preferente a los necesitados de la Villa y su término para evitar el abuso de los forasteros. Ya hemos hecho mención a la existencia de dos hospitales, uno en cada parroquia, pero se fusionaron en uno, el de Ntra. Sra. de los Ángeles ante la decadencia experimentada por las rentas de ambos. El único hospital se financiaba de la financiación que antes tenían los dos hospitales junto con fondos del pósito de gobernación, limosnas y ofrendas de los vecinos, las fundaciones pías de ambas parroquias, la cofradías y los gremios.

En cuanto a mendigos, debía prohibirse la limosna callejera, excepto para los frailes mendicantes, procurando crear puestos de trabajo para impedir el paro ya que era la causa que exponían algunos de los muchos que justificaban la limosna como su modo de vida.

Un punto esencial renovador y de promoción social era la higiene y la salud pública. Se mandó limpieza de las calles y del pueblo en general, en los concerniente al cuidado de enfermos, encomendados a una familia que debía vivir en el mismo hospital y a los dos médicos de la villa que darían asistencia gratuita a los enfermos.

4. Resultado y declive de la Sociedad

Los frutos conseguidos por la sociedad Económica y la Junta de Caridad desde principios de Enero de 1787 hasta finales de 1789 en que surgen las primeras desavenencias entre sus propios componentes, tendremos que aceptar que estos fueron inapreciables o prácticamente nulos.

En enero de 1790 el Cardenal Lorenzana es informado de que el Vicario (D. José Pérez García) se había negado a asistir a las reuniones por el menosprecio hecho a la jurisdicción diocesana. Incluso el escaso espacio en el lugar de las reuniones, era objeto de disputa, pues la estrechez obligaba a que ambos vicarios (el prioral y el arzobispal) estuvieran mezclados en zona desfavorecida. Como el Gran prior nunca llegó a asistir como representante nato, su asiento lo ocupaba el vicario del Gran Prior con lo que el vicario de la diócesis se sentía postergado y por extensión postergada la jurisdicción diocesana. Al fin y al cabo esto era una frivolidad por parte del vicario diocesano, una estupidez rellena de orgullo y soberbia que ponía y puso en grave riesgo la pérdida de los esperanzadores beneficios que perdía la Villa de Alcázar. Así lo expresó D. Jerónimo de Mendinueta, Conde de la Cimera, del Consejo de Hacienda y Secretario del Infante a Lorenzana cuando le pidió al cardenal que mediara en este asunto tan ridículo en su naturaleza. El vicario diocesano no iba a las reuniones porque no tenía su asiento en un lugar tan preferente como el Vicario prioral y de ahí, junto con hechos pasado ya mencionados construía dicho vicario una especie de conspiración que buscaba el detrimento de la jurisdicción diocesana.

Lorenzana, entendiendo las razones de D. Jerónimo, respondió instando al vicario para que fuese más diplomático en su defensa de los derechos de jurisdicción diocesana en favor y por el bien patriótico y además mandaba librar a favor la Sociedad Económica de Alcázar la cantidad de mil reales de Vellón.

El Vicario, en sus trece y sin bajar de su pollino auguraba una corta vida a la recién fundada Sociedad (dos años antes) y mostraba un celo desmedido por defender su prerrogativas más que las puramente diocesanas, como si de algo personal se tratara, y todo ello por una localización más o menos preeminente en la sala de reuniones. Que España ésta y que eclesiásticos éstos!!!. Además ya rabioso como un perro amenazaba: “que si cedía y volvía a la Junta, se volvería a la primitiva euforia prometiendo felices progresos que solo eran meros deseos”.

En este sentido y ya en el año 1808, consultando D. Anacleto Moro, párroco de Santa Quiteria al Cardenal Borbón (sucesor de Lorenzana) sobre la obligación de asistir a los enfermos del Hospital que quedaba y acusaba de que allí se habían desviado fondos hacia algún sitio no conocido por él. Hacía una breve historia de aquel conato de actividad de la Junta y Sociedad Económica, del que inferimos que sus frutos apenas fueron apreciables y ya casi ni se recordaba en el pueblo el nombre ( y no habían pasado aún ni 20 años ), atribuyendo los pocos frutos del empeño al Gran Prior, quedando toda la ilusionante etapa solo en la memoria de algunos como una anécdota más de la Villa. El recuerdo era tan vago que no se podía precisar ni la fecha exacta ni las causas de su decadencia achacándola a la administración sin más precisiones, cuando de verdad, la manzana que pudrió a todos fue el vicario diocesano como el primer responsable y al orgullo y soberbia de todos en distinto grado por sentarse en una fila de asientos en una posición más notoria que otros y hacer de ello una causa personal, una humillación que acabó con la ilusión de un pueblo. Es inaudito y avergüenza visto en profundidad y viendo argumentaciones que no vienen al caso porque jamás terminaríamos de contar los hechos.

5. Corolario

La Junta de Caridad, Sociedad económica y policía de Alcázar de San Juan no es más que uno de tantos intentos de reforma proyectados por los Ilustrados del siglo XVIII que no llegó a fructificar prácticamente y cuyo programa pertenece ya a la historia del arbitrismo (personas que proponen planes que considera infalibles, aunque son disparatados pues no tienen fundamento sólido, para resolver los problemas públicos o económicos de la administración.). Culpar de su decadencia a la falta de entendimiento entre las propias autoridades locales, como lo atribuían en la secretaría del Gran prior, a la soberbia del vicario o a la malversación de fondos como insinuaba el párroco de Santa Quiteria parece algo simplista, aunque sea cierto.

En realidad, éstas y principalmente “otras causas”, no eran sino las comunes que influyeron también en la ruina de otras muchas Sociedades Económicas. La postración general del país era tan profunda, que hacía inútiles las medidas tomadas a tan corto plazo (hoy se llamaría populismo, no piensan eso?, soluciones fáciles a problemas complejos y todo a corto, sin perspectiva).

Los buenos deseos de los ilustrados para la regeneración explotaban de forma rápida y en su propia raíz y por las propias contradicciones del Antiguo Régimen o lo que es lo mismo, el Absolutismo.

La historia de la Real Sociedad Económica del Amigos del País de Alcázar de San Juan queda como una historia de sonrisas e ilusión que acaba en llanto, decepción y lo peor, en el ostracismo y el olvido

CHINDASVINTO

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