Cartas al director

Sr. Director... ILUMINACION VERSUS NAVIDAD 2015

ILUMINACION VERSUS NAVIDAD 2015

Desde que decidí volver a mi pueblo, del que estuve alejado físicamente pero no en espíritu durante medio siglo, mis días discurren en el ámbito familiar, el bricolaje y algunas otras aficiones, desahogando mis compromisos en las redes sociales, que emergen en la prensa local sólo cuando el tema supera mi umbral emocional.

A las mañanas robo un par de horas de paseo “cual galgo corredor”, pero menos, y tras “una olla de algo más de vaca que carnero”, frugal siesta, “salpicón las noches… y lentejas lo viernes…” por recomendación del galeno, mis tardes transcurren en el vicio de la lectura y la escritura, de manera que raro es que el manto de la noche me alcance fuera de casa.

Ayer, sin embargo, decidí realizar mi cotidiana ruta por la Castelar, del paseo de la estación a la plaza de toros, cuando hacía rato que el rojo del sol bajó la calle del Dr. Mazuecos.

Alcanzado el cruce del Cristo, el ambiente mortecino de la calle principal, que recordada en estas fechas plena de luz, comercio, juventud y animación, me había trasmitido su tristeza. Llegando al comercio de Escudero tropecé con un amigo de la infancia a quien confié mi estado de ánimo y me dijo que tan sobria iluminación obedecía al expreso deseo de nuestra alcaldesa (interpreto que quiso decir de la corporación municipal) de destinar el coste ahorrado a “comedores sociales y creación de empleo”.

Meditando sobre ello alcancé la plaza de España, cruzando el semáforo hasta alcanzar a mi amigo Sancho, que sobre su rucio miraba al frente, a la fachada del ayuntamiento, interrumpida por la silueta de un abeto artificial. La imagen, que por la hora e iluminación aparecía en blanco y negro, me trasladó en el tiempo (Diciembre de mediados de los años setenta) y en el espacio (la Domplatz en Magdeburg , entonces República Democrática Alemana) que presentaba un aspecto similar, y supuso para mí la caída de un muro que para los demás ocurrió años mas tarde.

Decidí dar por concluido mi paseo y tomar la calle San Francisco para regresar a mi casa, meditando sobre el tema. Habiendo sido yo herido en la causa de la libertad, no iba a desairar una resolución democrática de las autoridades municipales. Pero precisamente por ese amor a la libertad, no podía dejar de pensar en ello y me dije: “es curioso que, precisamente aquellos que defienden el laicismo y reducen la religión al ámbito privado, y por tanto la caridad cristiana como decisión estrictamente personal, impongan a todos los demás su equivalente laico, la solidaridad”.

Caminaba así, tratando de resolver esta contradicción, cuando me sorprendió una alegre melodía proveniente del teatrillo instalado en un balcón, a estribor de mi ruta. Justo sobre una pizzería, y frente a la que se arremolinaban un grupo de personas con niños, los auténticos protagonistas de estas fechas.

Enhorabuena a sus creadores. Ellos me devolvieron el espíritu de la Navidad que impregnó mi infancia en Alcázar de San Juan, patria chica del Hidalgo.

Rufino Angel Ligero Giménez
Catedrático de Universidad

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