EL FORÁNEO DE ALCÁZAR (SERIE PERSONAJES ILUSTRES DE ALCÁZAR III)

Fray Indalecio Casero Casero, misionero apostólico y predicador general de San Francisco

“Hombre sencillo y humilde…. Tanto que su llaneza quita brillo a su relevante personalidad”.

Por Chindasvinto

Indalecio Casero Casero vio la luz un 30 de abril de 1.862. Sus padres, Bernardino Casero, un humilde jornalero, y su madre Joaquina Casero, eran ambos naturales de Alcázar. El niño Indalecio vino al mundo en el domicilio familiar, situado en la Placeta de Palacio donde ya vivía su hermana María que fue madrina de su bautismo, celebrado en la parroquia de Santa María. La muerte, el cáncer concretamente, le sorprendió en Guadalajara, siendo presidente de la provincia franciscana de San Gregorio a los 67 años de edad un 21 de julio de 1929 tras meses de deterioro y sufrimiento. En su memoria, como recuerdo y reconocimiento cargado de afecto, Alcázar le dedicó una calle en la inmediaciones del Convento de San Francisco en la que se puede ver una placa conmemorativa con una reseña hacia el personaje.

Fig.2 y 3. Detalle de la placa -recuerdo  en la calle que lleva su nombre.  Entorno de la calle Fray Indalecio que sale justo desde la parte de atrás del convento de San Francisco. Fotos: Rosalinda Tejera.

De pequeño y entre juegos, aprendizaje de las primeras letras donde ya despuntaba una inteligencia superior a lo normal, y apoyo a su padres en las labores del campo, se ganó el mote, como tantos otros personajes del pueblo, de "el Chato Serrín” según describe Mazuecos en “HOMBRES, LUGARES Y COSAS DE LA MANCHA Apuntes para un estudio médico-topográfico de la comarca Fascículos 6,7,9 y 32, 1954”. El motivo que originó este sobrenombre para mi permanece desconocido y no se especifica en la obra de Mazuecos.

Tras estos primeros años y con los estudios primarios, ingresa en la escuela-seminario creada por el Padre franciscano Jesús Romero y lleva a cabo estudios de Latinidad, primero con D. Jesús Romero y a la muerte de éste en 1876, con D. Antonio Peñuela, que quedó al cargo de la escuela. En esa escuela recibieron formación también otros ilustres personajes: el propio D. Antonio Peñuela, el General Alcañiz Arias, el doctor Policarpo Lizcano y el médico José Romero. Además, la escuela seminario generó un número considerable de vocaciones franciscanas entre los que se encontraba Indalecio Casero y aproximadamente una veintena más de candidatos a franciscano que el propio D. Jesús se encargaba de mandar mediante carta el Rector del noviciado que por aquel entonces se encontraba en Pastrana. En el caso de Indalecio, una vez manifestó su deseo de incorporarse al noviciado, su mentor fue D. Antonio Peñuela con las siguientes palabras dirigidas al Rector de Pastrana:

“El referido joven es de buena conducta y costumbres, humilde y apreciable y dulce en su trato, sumamente amable y hace consistir su felicidad en el retiro y la soledad. Creo que tiene una vocación especial para el claustro, y doy palabra que ha de ser un buen religioso”. No erró D. Antonio Peñuela como el tiempo demostraría.

En septiembre de 1878 ingresa en Pastrana y prosigue formación en la Puebla de Montalbán, Consuegra (donde hace votos perpetuos), Almagro y Arenas de San Pedro. El 19 de julio de 1886 es ordenado sacerdote y los superiores viéndole especialmente dotado para el púlpito lo dedicaron a la predicación, misión que llevó a cabo en Almagro hasta 1894. En esa fecha es destinado a Filipinas en un grupo de veinte franciscanos embarcados en el vapor “Mindanao”. A su llegada es nombrado predicador conventual del convento de Santa María de los Ángeles. Destinado posteriormente a Manila, le sorprendió allí la revolución filipina de 1898 por lo que tuvo que volver a España.

Además de su Don para la prédica, tenía dotes de gobierno y empezó a desempeñar cargos de responsabilidad en la Provincia franciscana:

-1. Rector -Guardián del Convento -Colegio de Misiones de Ultramar en Arenas de San Pedro en 1899.

-2. Vuelta a Filipinas, terminada la revolución, como Comisario provincial en Filipinas en 1905.

-3. Regreso precoz de Filipinas al ser nombrado Vicario Provincial en 1908.

-4. Ministro Provincial en 1912 hasta 1914. Durante su mandato, como es natural, miraba con cariño y nostalgia para su pueblo, de manera que trasladó a Alcázar  la imprenta que la Provincia de San Gregorio tenía en Almansa, mediante la cual se publicaba la revista mensual Lectura para el pueblo.

-5. Concluido el ministerio, traslado a Madrid en 1920 como Guardián de la casa de la calle Alcalá, sede del Gobierno Provincial.

-6. Vicario provincial en 1921, Guardián de Almagro en 1923 y su último cargo, el de Presidente en Guadalajara donde como hemos dicho le sorprendió la muerte en 1929.

No obstante los cargos de responsabilidad, nunca dejó la prédica que en los archivos franciscanos califican de “elocuente, persuasiva, conmovedora, delicada y majestuosa”.  Ni la olvidó estando en Filipinas ni en los diversos lugares de la península que recorrió... De forma especialmente alegre lo hacía ante sus paisanos de Alcázar en varias ocasiones en el novenario de la Virgen del Rosario, donde la gente acudía masivamente y quedaba absorta oyéndolo

Entre su prédicas más sobresalientes encontramos y disponemos de la que le encargaron en Manila y que todos los demás predicadores franciscanos rehuían, por la premura de tiempo y por lo delicado del tema, con gravísimos y desgraciados daños humanos y materiales. El se atrevió con tal desafío. Se trata del Sermón oficial con ocasión del hundimiento del vapor “Reina Regente”.

Fig.2. Primera página-portada del Sermón que en la fiesta cívico religiosa, llamada generalmente del Real Pendón de Castilla, predicó en la S.I. Catedral el día 30 de noviembre de 1895. Acceso gratuito a Biblioteca Nacional en: http://bdh-d.bne.es/viewer.vm?id=0000064235&page=1

Además, impresos están sermones como: Oración fúnebre por las víctimas del “Reina Regente” de 1895 y de ese mismo año el Panegírico de la Inmaculada Concepción editado por la Universidad de Santo Tomás de Manila y el sermón del mismo nombre que fue prédica en Talavera de la Reina. Otros muchos pregones y sermones por toda la Provincia franciscana.

En la Biblioteca Nacional se conserva el Sermón que en la fiesta cívico religiosa, llamada generalmente del Real Pendón de Castilla, predicó en la S.I. Catedral de Manila el día 30 de noviembre de 1895. En mi opinión, es un deleite leer estas escasas 20 páginas, cuyo acceso gratuito pongo a vuestra disposición.

Esta memoria es sólo una breve semblanza de una persona abrumadora que ha dejado huella y en que entre los propios franciscanos se considera un “hombre sencillo y humilde, tanto que su llaneza quita brillo a su relevante personalidad”. En este caso, Alcázar también ha reconocido su personalidad y su obra. En los detalles y datos sobre su persona es imprescindible consultar la fuente principal: (El AFIO, sig. 198/97: Informes de Indalecio Casero) AFIO: Archivo Franciscano Íbero Occidental. Provincia Franciscana de Castilla, Madrid.

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