EL FORÁNEO DE ALCÁZAR (NUEVA SERIE)

Personajes ilustres de Alcázar (I) : Pedro Diaz Morante

Por Chindasvinto
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Pedro fue a nacer en día y mes no conocidos (probablemente por desajuste de la entrada posterior del Calendario Gregoriano) del año 1.565 en Alcázar de San Juan. Murió en Madrid el 25 de marzo de 1.636 a los 71 años. En su honor, una calle de Alcázar lleva su nombre, corta pero igualmente importante, en el centro, y que une las calles de San Antonio y San Juan. Tuvo un hijo que continúo con la tradición del estudio y trabajo en la caligrafía y tipografía.

Fig.1. Retrato de Pedro Díaz Morante en la portada de su obra “Nuevo arte de Escribir”, a los 58 años, en 1624. Fondo bibliográfico de la Universidad de Sevilla. Jpg. format.           

 

Pasó en Alcázar su vida hasta los 29 años, formándose y llegando a alcanzar gran erudición, casi autodidacta en su materia, aunque pasó por la Universidad.  A los 29 años, en 1591 y fruto del reconocimiento de su trabajo y sabiduría, se trasladó a Toledo con fines docentes donde aumentó su fama con su actividad fundamental, la de calígrafo y profesor de escritura, conocimientos muy apreciados en la época de la que hablamos (por entonces esta disciplina podría ser comparable al estudio de Literatura o Biología en tiempos actuales). Fruto de ello y de sus contactos con el mundo de las letras y editorial, llegó a hacer amistad y levantó admiración en Lope de Vega y en Pérez de Montalbán (ambos religiosos y dramaturgos influyentes) que lo acercaron a los círculos del saber y de las letras haciendo que su fama y habilidad profesional aumentaran y su nombre sonara en los más selectos ambientes de la cultura. En realidad su erudición era más amplia, hoy se llamaría pedagogo, que es la persona que se dedica a educar, a diseñar lo que se tiene que estudiar y cómo estudiarlo de la forma más eficiente, lo más parecido a un maestro clásico. En su caso particular profundizó en la materia a la que hemos hecho referencia, la caligrafía y la escritura con sus diversas tipografías, a cuyo desarrollo posiblemente ayudó mucho su cualidad de ambidiestro. Su fama le llevo a trasladarse a Madrid en 1612, donde comenzaría a escribir su gran obra y legado.

Los conocimientos adquiridos y sus trabajos vieron la luz pública en su obra “Nuevo arte de Escribir”. Esta obra fue el reclamo para que muchos nobles y aristócratas -que por aquel tiempo solían ser analfabetos (paradójico pero cierto, incluso había reyes analfabetos)- solicitaran sus servicios para aprender a escribir y fruto de su trabajo y buen magisterio su nombre llegó a la corte, de modo que fue el mismo rey, Felipe II quien tuvo a bien nombrarlo para el cargo más importante que desarrolló en su vida y que nada tenía que ver con la caligrafía, tipografía ni escritura. Fue nombrado Secretario del rey, del propio Felipe II, cargo que hoy día podría asimilarse al de ministro del reino. Su actividad política-administrativa no viene al caso en esta reseña.

Fig.2. Retrato de Felipe IV, dibujo caligráfico, una de las obras maestras de Díaz Morante.

Su obra “Nuevo arte de escribir”, escrito en cinco volúmenes entre 1615 y 1631 y que llega a incluir como ilustración un dibujo caligráfico de Felipe IV, explica su método de caligrafía para escribir en estilo cursivo (también llamada letra de carta o letra manuscrita, aunque no toda la escritura manuscrita es en cursiva. Es un estilo de escritura cuyas características más comunes son la inclinación de sus letras a la derecha y, aunque no necesariamente, la concatenación de letras sin separación  entre ellas en la misma palabra y unidas con arte por medio de trazos curvos o similares). Este estilo permite escribir manualmente con una mayor velocidad. Algunos calígrafos lo llaman escritura bastardilla.

Otro aspecto de su obra, es la distinción y discriminación en tres tipos esenciales de tipografía:

1. Chancillería:  La caligrafía cancilleresca surge en Italia por los siglos XIV y XV, su característica principal, es la practicidad, legible, sus trazos presentan una inclinación ligera y lo más notorio sus ascendentes y descendentes, largas y muy versátiles. Fue adoptado por la Cancillería Papal para la redacción de las “Breves”, que eran documentos, generalmente de tipo administrativo, emitidos por el Papa y redactados en forma menos solemne que las bulas, y por las Chancillerías reales. (Ver Fig. 3ª).

    

Fig. 3A. Letra Cancilleresca. Escrito de los Reyes Católicos. Siglos XIV y XV

Fig. 3B. Caligráfica de Bastarda de Pedro Díaz Morante

2. Bastarda: La letra bastarda es un estilo de escritura que “bastardea” o degenera la letra cancilleresca característica del Renacimiento y que es la preferida y usada por defecto en el Barroco y Neoclásico, porque se ejecuta con mayor rapidez. (Ver figura 3B).

3. Uncial: Es un tipo de escritura en el que todo el texto se escribía en letras mayúsculas, tomando «mayúscula» en su sentido paleográfico, es decir, un tipo de letra que queda delimitado por dos líneas paralelas horizontales (la minúscula requiere cuatro), con lo que todas las letras son del mismo tamaño, sin sobresalir ni por encima ni por debajo de esas líneas imaginarias y ni trazos curvos ni adornamientos pueden sobrepasar las dos líneas imaginarias.. Fue de uso común entre los siglos III d. C. y VII d. C., principalmente por los escribas latinos y griegos. Desde el siglo VIII d. C. y hasta el siglo XIII d. C. este tipo de escritura se utilizó a menudo en títulos y letras capitales. (Ver figura 3C).

Fig. 3C. Documento con estilo caligráfico tipo Uncial                                                                                                 

A partir de estas tres tipografías, las variaciones son múltiples, tantas como personas que escriben, ya que cada persona da su toque personal a la escritura y no hay dos personas con idéntica letra. Si es así es puro azar, pero siempre, y aunque no se pretenda se mantienen las bases inamovibles de la escritura de forma omnipresente. Estas bases técnicas, en gran parte ingeniadas por Morante supusieron el aporte de  grandes conocimientos que hasta hoy perduran.

Pero para Morante no todo fueron elogios. La fama de este calígrafo manchego ha sido muy controvertida. El maestro Zevallos (autoridad en la materia) le elogia extraordinariamente; el Abad Servidori le juzga con dureza arguyendo que su bastarda no es más que una degeneración de mal gusto de la caligrafía tipo Cancillería; Torío (otro maestro calígrafo) llega a decir que la obra de Morante puede servir de alguna utilidad a los maestros, pero de ningún modo a los discípulos. En fin, para todos los gustos y como todo personaje que innova algo importante, tiene admiradores y críticos, nadie permanece impasible ante lo trascendente.

Después de estudiar con toda imparcialidad las obras de Morante, hay necesidad de reconocer que fue notable calígrafo y habilísimo rasgueador. Sus muestras tienen realmente más vista que valor intrínseco, más belleza que utilidad; sus enlaces entre letras son para algunos de mal gusto y la sombra del plagio a P. Flórez (su maestro) en las cifras y abreviaturas lo persiguió toda su vida; pero con todo, Morante es un calígrafo de mérito sobresaliente.

No obstante lo anterior, su obra perdura hasta nuestros días en tipos de letras digitales y hablamos ya de tiempos muy actuales. El tipo de letra Dulcinea (basada en la obra original de Pedro Díaz Morante) creada por el maestro calígrafo portugués contemporáneo nuestro Ramiro de Espinoza es ya un tipo de letra digital disponible en cualquier procesador de texto, esencialmente en Word de Windows, pero, no es gratis, se deben comprar sus derechos para instalarla, tanto de Dulcinea como sus variantes Dulcinea Sans Serif y Dulcinea Sans Serif Bold.

Fig. 4. Tipografía digital Dulcinea de inspiración en Pedro Díaz Morante

Más de 400 años después de sus diseños, aún persisten aunque del papiro hayamos pasado incluso a las pantallas digitales. 4K.

Espero que esta reseña, ponga en valor el genio y la obra de este paisano de lujo, y mantengámoslo siempre en el recuerdo.

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