REFLEXIONES DESDE MI MOCHILA

Guerras y bombras nucleares

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No sé cuántos de mis lectores han visto la película “Oppeheimer”, espero que la mayoría. Y a los que no lo hayan hecho, les recomiendo lo hagan.

Se cumplen, por otro lado, 78 años del lanzamiento de las dos únicas bombas de fisión nuclear utilizadas hasta la fecha contra la población: Hirosima y Nagasaki. La primera de uranio y la segunda, plutonio.

No voy a entrar en la discusión sobre la moralidad en su uso por los EEUU. No lo voy a hacer porque ahora, con el tiempo pasado, es muy fácil argumentar sobre si era o no “necesario” utilizarlas. Habría que considerarlo en un contexto de guerra mantenida durante años, con sus consecuencias devastadoras de muerte y desolación. Una guerra es siempre una infame devastación inmoral y no hay guerras buenas ni morales.

Lo cierto es que centenas de miles de personas se sumaron a la cifra de millones de muertos ya provocados por esa guerra. Millones de personas con nombres y apellidos que antes vivían en paz.

Me interesa la reflexión sobre la guerra. Nos hemos acostumbrado a verlas en telediarios o cine. Afortunadamente la última vivida en nuestro suelo fue hace más de 80 años tras el golpe de estado de 1936. Una guerra, repito, es una infame devastación inmoral y nada la puede justificar.

Llevamos en nuestros genes la violencia. La ciencia nos pone en evidencia esa faceta que hemos “heredado” de nuestros antepasados primates, y la evolución la ha mantenido como lo vemos en los chimpancés, al contrario que los bonobos, capaces de resolver sus diferencias con comportamientos sexuales en lugar de violentos como, repito, chimpancés u homo sapiens hacermos. Con esto quiero decir que la violencia nos es intrínseca por naturaleza, aunque podemos “modularla” como tantas cosas, con la cultura.

A nadie escapa que el valor de la vida humana hoy, al menos en la mayoría de los países desarrollados culturalmente, es muy alto comparado con épocas anteriores como la del Imperio Romano o la Edad Media, e incluso mas reciente, si hablamos de esclavitud. Pero la xenofobia me da para otra reflexión y ahí la dejo.

Por desgracia, muy cerca de nuestra tierra hay otra infame guerra. En realidad el hecho de que sea cercana o lejana debería de ser de poco valor, pero la realidad es la que es. La amenaza del uso de bombas de fusión nuclear está siempre presente, a pesar de que eso no nos debe obviar la infamia de las muertes provocadas por la violencia.

Tampoco podemos ni debemos demonizar a los científicos que trabajaron en su desarrollo. La modulación de la energía producida por la fusión y fisión nuclear, nos permite tener una de las fuentes más limpias y eficientes de energía, por mucho que se haya denostado. Pero la “cara B” es la bomba. Que nadie olvide que Alfred Nobel se hizo famoso por inventar la dinamita, que sirve como bomba o como herramienta en la construcción.

Hecha la reflexión quiero concluir, como suelo hacer, recalcando la importancia de la educación cultural y la ciencia. Más cultura y más ciencia significa menos barbarie y menos violencia. Solo hay que mirar la historia para verlo. Sigamos educando y promocionando la cultura y la ciencia para que las generaciones posteriores sean menos proclives a la violencia. Y habrá menos guerras y menos violencia machista.

¡Buen resto de caluroso verano, queridos lectores!

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