José Moreno ante el cristianismo

 

 

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José Moreno Berrocal, pastor de la Iglesia Evangélica de Alcázar de San Juan, además de presidente del Grupo de Trabajo de Teología de la Alianza Evangélica Española, acaba de publicar un nuevo libro -ya lleva muchos en su haber-. Esta vez, y publicado por la editorial protestante Andamio, se trata de un ensayo biográfico sobre la figura, altamente pionera, de Roger Williams, un inglés nacido en Londres en los comienzos del siglo XVII (1603), y que murió 80 años después en la ciudad norteamericana de Providence, estado de Rhode Island; ciudad y estado, del que fue gobernador, que él mismo había fundado. En Providence nació el gran novelista Howard Phillips Lovecraft, maestro en el género de la narrativa de terror y misterio.

Williams estudió en Cambridge, ordenándose después sacerdote anglicano. Pronto se hizo puritano, acercándose a una orientación que abogaba por una potente e independiente pureza espiritual y renovadora. Sin embargo, y lo apunta José Moreno, "existen pocos movimientos en la Historia de la Iglesia que hayan sido tan mal interpretados y vilipendiados como el puritanismo". Decepcionado de la Iglesia Anglicana de su país, marchó a América. En todo momento fue defensor de los derechos de los indígenas. Y se posicionó a favor de la separación Iglesia-Estado y de la absoluta libertad de culto, no culpabilizando a la herejía. Los principios democráticos que sostenía inspiraron la redacción de la constitución de los Estados Unidos. Fundó la Iglesia Bautista de América.

Su obra El sangriento dogma de la persecución por causa de conciencia está traducida al español y publicada en España por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Nada más comenzar su libro, José Moreno resalta la admiración que profesaba por Roger Williams el profesor de Derecho y político socialista –fue uno de los padres de la Constitución y presidente del Congreso- Gregorio Peces Barba. Moreno fue alumno suyo. El autor de este libro agradece haber cursado la carrera de Derecho, sintiendo enormemente su utilidad en su misión vocacional y en su escritura literaria. En el volumen recién editado, José Moreno defiende los valores que propugna Roger Williams, explayándose en multitud de referencias y argumentos al respecto. La narración es muy amena, muy accesible a los que somos profanos. Él es un escritor con gran estilo.

Sólo me quiero detener, en este breve artículo, en un asunto muy concreto. La primera parte de este libro resulta muy oportuna, pues acude a unos importantes antecedentes previos al quehacer resolutivo de Roger Williams. En un momento dado, el Imperio Romano abandona el paganismo, que había sido una religión de Estado, y lo sustituye, al cabo, por el cristianismo, confiriéndole un estatuto idéntico. José Moreno cita, con mucha conveniencia, a José Grau (este libro contiene innumerables y ajustadas citas), cuando esa suma autoridad doctrinal evangélica escribe: "Para Constantino, el cristianismo vendría a ser la culminación del proceso unificador que había estado obrando en el Imperio desde hacía siglos. Había logrado que no solo hubiera un emperador, una ley y una ciudadanía para todos los hombres libres. Solo faltaba una religión única para todo el Imperio."

Entonces, en lugar de perseguir a los cristianos, como había ocurrido, se empezó a perseguir duramente a los no cristianos, tildándolos siempre como herejes del cristianismo. José Moreno, naturalmente, rechaza la intención de los deseos de Constantino cuando él quería que el Imperio Romano, o incluso él mismo, fuese "la realización y culminación del Reino de Dios en la Tierra", en una posición cesaropapista. Y comprende muy bien el hilo de la trama de la película Ágora, de Alejandro Amenábar, en la que la filósofa Hipatia de Alejandría muere salvajemente agredida por una turba de cristianos, que así tomaban el modo de actuar contra los paganos. Consecuencia de la injusta situación social establecida. Yo recuerdo cómo la Iglesia Católica se puso en contra del film de Amenábar, actuando con la hipocresía de siempre, tachando espuriamente a la película de tendenciosa.

José Moreno destaca la actitud de Agustín de Hipona en el sentido de  recuperar "para la iglesia cristiana la visión neotestamentaria sobre la distinción entre Iglesia y Estado". Agustín de Hipona es muy apreciado en el protestantismo. Sin duda, los protestantes lo tienen como precedente de la Reforma. La Reforma Protestante del siglo XVI, asevera con claridad y contundencia José Moreno, "fue una obra del Espíritu Santo en la Iglesia cristiana occidental."

San Agustín sabía que en la sociedad del Imperio, forzada al cristianismo, había de todo, además de cristianos: paganos, judíos, agnósticos. Y sabía también que los presentes adversarios algún día serían cristianos, ya que en "esos mismos enemigos se ocultan futuros compatriotas", como él mismo plasmó en su libro La ciudad de Dios. Pese a la cierta ambigüedad que se da en algunos de sus escritos, el, al principio, gran pecador africano, toma partido favorable por la libertad de conciencia.

José Moreno nos informa, en su atractivo y copioso estudio (que da excelentes frutos en una investigación que no ha culminado sólo en años sino en décadas); nos informa de apetecibles curiosidades. Sabemos que el Imperio Romano de Occidente cae mucho antes que el de Oriente. Pues bien, ese vacío de poder que se produce es aprovechado por el obispo de Roma, quien domina todas las iglesias y, a modo de rapiña, usurpa el beneficio del poder civil, incluidas las autoridades civiles y las propiedades civiles. Todo eso origina la creación del Papado, una institución, como afirma Moreno, desconocida en el Nuevo Testamento.

Yo muchas veces digo, no sé si en serio o, más bien, por decir algo, que si recuperase, o me estrenase en la fe cristiana, me encauzaría en la facción protestante. Sin obviar que de la religión católica, cierta liturgia suya, esplendorosa, de la que carece el austero protestantismo; esa liturgia, como le sucedía al ateo Luis Buñuel, me conmueve.
 

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