¡Hola a todas y todos! Empezamos el último mes de este año, y como si del dichoso “día de la marmota” se tratase, repetimos las mismas cosas del año anterior...Y el anterior y el anterior… Así, en Francia y Alemania se inauguran los famosos mercadillos de Navidad, y en nuestro país (como en el resto) se encienden los alumbrados navideños y abren al público los belenes en distintos sitios. Por cierto, me pregunto si se seguirán poniendo los “cortilandias” que nunca me perdía cuando vivía en Sevilla, o que eran visita obligada a Madrid cuando residía en nuestro pueblo.
Y en Alcazar se han dado cita los paisanos (y otros venidos de fuera) a finales de noviembre, para degustar los tradicionales “guisos de boda”. Tradiciones que se repiten puntualmente y que marcan nuestro calendario.
Los que vivimos fuera empezamos a contar el tiempo que falta para volver a pasear por la Castelar, calentarnos con las castañas del incombustible Eloy, quedar con los amigos que no vemos desde hace mucho a tomar algo y de nuevo comer con la familia, aunque este año haya una o mas sillas vacías, para el resto de las navidades venideras.
Y recuerdo aquel anuncio de turrones que cantaba “vuelve a casa por navidad” y que me sigue poniendo el poco vello que tengo de punta como hace ya casi cuarenta años, cuando estudiaba en Sevilla, entonces avivando las ganas de volver al pueblo, y cada vez que lo recuerdo estando fuera cuestionando si no sería la hora de regresar.
Que el pueblo, como otros muchos, se engalana para esas frías (meteorológicamente hablando) fechas, es una realidad. Que el calor humano se agolpa en la reuniones en bares y domicilios, también. Y eso es buena cosa, sobretodo en estos tiempos de crisis encadenadas e interminables.
No me canso de repetir, para quienes me leen y escuchan lo evidente que es para los que vivimos fuera, cuando regresamos, como evoluciona y crece en todos los sentidos el pueblo. Quizás haya quienes no estén de acuerdo conmigo, sobretodo que vivan en Alcazar, pero desde fuera les aseguro que la percepción es de crecimiento y mejora, aunque siempre habrá cosas que se puedan hacer mejor o de otra forma. Y lo mas importante es que siguen habiendo proyectos, públicos y privados, que empujan este crecimiento. Entre ellos van a permitirme que como profesional sanitario que conoce bien nuestro hospital resalte, como muestra, la recientemente anunciada reforma y ampliación del mismo.
Muchas cosas por hacer, algunas sin duda por corregir, y mucho de lo que enorgullecerse. Hace poco escribía sobre uno de esos alcazareños que llevan el pueblo en la boca siempre. Y sin embargo he de decir que me duele profundamente cuando escucho a paisanos criticar destructivamente o simplemente expresar indiferencia por cómo evoluciona el pueblo. Es posible que vaya en nuestra “manera de ser moñigona” o quizás tenga otras causas que no atisbo a identificar. Pero sobretodo lo que me duele es que eso no ocurre en otros pueblos, y no hablo de lejos de Alcazar sino cercanos. Por poner un ejemplo, conmigo trabaja en Francia otro profesional de un pueblo cercano que no diré su nombre, y os aseguro que esa persona, como la mayoría de sus paisanos, no deja de enorgullecerse de su pueblo y expresarlo, aún criticando algunas cosas.
Espero que esta percepción mía sea errónea o simplemente desfasada y deseo que todos y cada uno de los alcazareños, residentes o ausentes, se enorgullezcan de su pueblo y lo expresen.
No quiero terminar esta última colaboración de 2022 para con este medio, sin agradecer a su directora y felicitándola por el trabajo tan extraordinario que realiza este “semanal”. Recordando a aquellos familiares y amigos que nos dejaron en este año que termina. Animando a todos los paisanos a disfrutar de estas fiestas, de su familia y amigos y por supuesto, de nuestro pueblo. Deseándoles a todas y todos lo mejor para el año que comienza en breve, y sobretodo que vivan intensamente cada uno de los momentos que llegarán, con los que mas quieren.
¡Nos vemos por el pueblo!
Ustedes lo disfruten, paisanos.
