Comeremos grillos, amigo Sancho

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A veces, resulta difícil de acertar. El pronóstico del tiempo para la mañana del pasado sábado amenazaba lluvia. La Hermandad de San Cristóbal de Alcázar de San Juan en el entorno de la ermita, había organizado el VIII Encuentro de elaboración de Migas. La mañana resultó ideal. De hecho, cerca de 250 personas caminaron hacia la Avda. de los Reyes. Recuerdo que mi amigo Renato, gran experto en gastronomía saludable, me decía que, era un plato con una receta humilde y para disfrutar, aunque su origen es aristocrático. De hecho, cuentan que era el plato preferido de Mahoma y que servía de agasajo a personas distinguidas. Con un plato y un tenedor dispuestos a degustarlas, Renato, con voz dotada de un sonoro y delicado timbre me dijo “Al fin y al cabo, amigo, somos lo que comemos”. Así pues ¡A por todas! Por supuesto que hubo repetición. ¡Magníficas!.

Somos lo que comemos. La conocida expresión la dijo por primera vez el filósofo y antropólogo alemán Ludwig Feuerbach, padre intelectual del humanismo ateo contemporáneo, a mediados del siglo XIX, en su obra Enseñanza de la alimentación. Escribió lo siguiente: “Si se quiere mejorar al pueblo, en vez de discursos contra los pecados denle mejores alimentos”. Fue muy crítico con la iglesia por su visión respecto a la alimentación de los hombres, y afirmaba con frecuencia que “únicamente necesitaban pan y agua para vivir”. Hipócrates, médico de la antigua Grecia (460-370 a.C.) pronunció la frase “Sea el alimento tu medicina, y la medicina tu alimento”.

En la sociedad actual, estamos rodeados de alimentos poco saludables, llenos de grasas saturadas, azúcares y sodio en cantidades excesivas. Estos alimentos, si bien son sabrosos y fáciles de consumir, tienen graves consecuencias para nuestra salud a largo plazo. La incidencia de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes, y las enfermedades cardiovasculares, se ha incrementado de manera alarmante en las últimas décadas, y gran parte de la responsabilidad recae en una mala alimentación. Cuando vamos al supermercado y elegimos productos para la cesta de la compra, solemos leer habitualmente en sus etiquetas frases que contienen un montón de “sin”: conservantes, azúcares añadidos, grasas saturadas. También la publicidad suele hacerse eco de ello.

Según la Organización Mundial de la Salud (2022), las dietas poco saludables causan once millones de muertes y 420.000 personas más fallecen por consumir alimentos nocivos. La denominada “Coalición de Acción para las Dietas Saludables”, agrupación compuesta por cinco agencias especializadas, indican que unos 3000 millones de personas no pueden permitirse una dieta saludable y que la mala alimentación está relacionada con seis de los diez principales factores de riesgo para la carga mundial de enfermedades. Es importante que mostremos atención a nuestra alimentación y hacer los cambios que consideremos pertinentes en nuestra dieta diaria modificando nuestros hábitos alimenticios con el deseo de conseguir una mejor calidad de vida.

La producción de alimentos ultraprocesados, que el nutricionista Carlos Ríos, promotor en España del movimiento Realfooding los define como “una preparación industrial comestible elaborada a partir de sustancias de otros alimentos o sintéticas, con diferentes técnicas de procesamiento y cuyo consumo tiene efectos negativos para la salud”, implica el uso intensivo de recursos naturales, como el agua y la energía, contribuyendo así al cambio climático y a la degradación del medio ambiente.

Existe una demanda, de manera creciente, de productos más saludables y ecológicamente más sostenibles. Nuestra alimentación no solo determina nuestro físico, sino también nuestra salud y bienestar en general. Es por eso que, es vital prestar atención a lo que ingerimos y optar por una dieta equilibrada y saludable, que nos proporcione los nutrientes necesarios para que nuestro cuerpo funcione de manera óptima. Una alimentación rica en nutrientes esenciales, como ácidos grasos omega-3 y vitaminas del complejo B basada en frutas, verduras, cereales integrales, proteínas magras y grasas saludables nos ayudará a mantenernos en un peso saludable, reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas y nos proveerá de la energía necesaria para desarrollar nuestras actividades diarias y a prevenir y aliviar los síntomas de depresión y ansiedad.

La importancia de una alimentación saludable hemos de destacar que no solo la cantidad de alimentos que consumimos es importante, sino también la calidad de los mismos. Optar por alimentos frescos, sin procesar y de origen natural nos garantiza un aporte adecuado de vitaminas, minerales y antioxidantes, que son fundamentales para nuestra salud. Por otro lado, los alimentos elaborados de forma industrial carecen de estos nutrientes esenciales y, en cambio, contienen aditivos y sustancias químicas que pueden ser perjudiciales para nuestro organismo. En la obra universal de Cervantes, está presente desde el primer capítulo la base de su alimentación: "Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda", (Quijote, Rico, 35, 36).  

En la actualidad, cuando se está debatiendo la necesidad de reducir el consumo de carne en favor de la proteína vegetal, aparece una nueva recomendación: el consumo de los insectos denominado entomofagia. En países de América Latina, África y Asia es una práctica habitual, ya que lo hacen más de 2000 millones de personas. Se están fabricando harinas de insectos comestibles (escarabajos, orugas, hormigas, langostas y grillos) y están resultado ser de gran interés, para la industria alimentaria como fuente saludable de proteínas y grasas. Está previsto que, en Salamanca, se instale la fábrica de insectos mayor del mundo y tendrá como principal producto el gusano de la harina.

En la Unión Europea se han dado pasos para ir introduciendo el consumo de insectos en la dieta de los países del Viejo Continente. La primera aprobación tuvo lugar en 2021 y fue en el caso del gusano de la harina o larva de escarabajo oscuro (Tenebrio molitor larva), como snack o como ingrediente para elaborar otros alimentos. En 2023, se le unen el escarabajo del estiércol (Alphitobius diaperinus) y grillo doméstico (Acheta doméstico). Según la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) su ingesta podría ayudar a paliar el hambre, si tenemos en cuenta que la población mundial será cerca de diez mil millones de personas en el año 2050. La dietista y tecnóloga de alimentos especializada en insectos, Marta Ros, afirma que “En el futuro consumiremos hamburguesas de insectos”

Es necesario recordar que, la desnutrición constituye una violación del derecho humano a la alimentación, y continúa generando desigualdades sociales y de salud. La eliminación del hambre y la malnutrición, es uno de los objetivos de la Declaración de las Naciones Unidas sobre el Progreso y el Desarrollo en lo Social, y la eliminación de las causas que determinan esta situación, son objetivos comunes de todas las naciones. Millones de personas merecen un futuro mejor. Tomemos conciencia de ello.

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