Crónicas desde el Corazón de Europa

Por Javier Mata

Bonjour à toutes et tous!

Esta misma mañana (evidentemente del día que esto escribo), le trasmitía a la dirección del centro hospitalario francés en el que trabajo, que como responsable del servicio de salud laboral, empezaba a ser inaguantable (y quizás inaceptable) la fatiga y la angustia que identificamos a diario en los trabajadores (plantilla de 8000 personas). Y alentaba a cambiar el modo de comunicar, sobre todo desde los directivos y responsables, instalados en una especie de negativismo pesimista, alarmista, creador de ansiedad y fatigador, en parte por la incertidumbre y en otra , creo yo, como un cierto “mecanismo de defensa” del dirigente (poner el parche antes por si acaso). Les conminaba a cambiar el mensaje, el mismo, pero en modo positivo, digamos “optimista”. Al fin y al cabo les decía, antes o después vamos a salir de esta pesadilla con tintes paranoicos en la que estamos. Importante comunicar en positivo. He de decir, que me han dado la razón y han empezado a cambiar el discurso.

¿Tan importante es? ¿Va a cambiar la realidad? La respuesta se la dejo a Luis Rojas Marcos, que para quien no lo conozca es un reconocido psiquiatra español, emigrado a EEUU, que ademas ha tenido cargos importantes de salud publica anteriormente en ese pais: “La forma de percibir e interpretar las situaciones que nos plantea la vida ejerce un inmenso poder sobre nuestras emociones, decisiones, conductas y juicios. Para disfrutar de una vida saludable y completa, no basta con curar los males que nos aquejan; es igualmente importante conocer y fortificar los aspectos favorables de nuestra naturaleza, que nos ayudan a motivarnos, a superar los retos y a alcanzar nuestras metas”. Tomado de su libro “Optimismo y salud” que en breve estará en librerías. Así como en su otro libro de 2006: “La fuerza del optimismo”, nos demuestra la enorme y probada utilidad del optimismo a la hora de hacer frente a la adversidad en la vida.

Esa misma demanda la realizaba, hace apenas unos días a un politico local, del mismo partido del gobierno francés actual (y de origen español, por cierto, como otros tantos en este pais). Entiendo que la “gente de la calle” necesita que se cambie el discurso, o acabaremos cayendo en una especie de síndrome ansio-depresivo la mayoría. No es bueno estar culpabilizando, angustiando y obsesionando a la población. No conduce a nada. No va a frenar la progresión. No va a ayudar, salvo a tener una excusa para poder aplicar alguna medida impopular: ¡Ya se lo decía! No sirve para nada más que llenar las consultas de los psiquiatras y psicólogos. Y angustiar a todo el mundo. A la espera que nuestros políticos sean capaces de comprender que la forma de comunicar cambia la forma de percibir y por tanto las emociones, decisiones y conductas (Luis Rojas Marcos) y que el optimismo es el que permite hacer frente de manera mas efectiva a la adversidad (Luis Rojas Marcos). En esa espera, decía, algo debemos cambiar la llamada “gente de la calle”, sobre todo porque al menos yo tengo escasa confianza en que nuestros políticos “comprendan” (casi nula). No somos o no debemos ser borregos. No somos o no debemos ser súbditos. Al nivel elevado de angustia y desazón que tenemos no se puede añadir la complacencia, o peor, el conformismo. Tampoco ayuda ni sirve la crispación. Podemos y debemos exigir un cambio hacia el optimismo en ellos, y también en los periodistas, por cierto otro grupo mayoritariamente instalado en el alarmismo (que parece vender mas y mejor) que en la información. Pero sobre todo debemos cambiar nuestra manera de percibir e interpretar.

Mire querido lector, ni usted ni yo vamos a acelerar la llegada de la vacuna, o el tratamiento o la inmunización de la mayoría. Usted y yo sabemos que esto va a pasar. Usted y yo conocemos que como seres humanos estamos y seguiremos expuestos a cientos, a miles de enfermedades. Usted y yo hemos superado a lo largo de nuestras vidas multitud de adversidades. Usted y yo podemos contar experiencias negativas superadas. Y usted y yo sabemos que no seremos eternos. ¿Podemos cambiar entonces la manera de percibir, de interpretar esta adversidad? Claro que podemos, porque usted y yo lo hemos hecho antes. Nada es diferente. El optimismo y el pensamiento positivo forma parte de los mecanismos de nuestro cerebro para salir adelante. Solo tenemos que activarlo de nuevo. Ahora más que nunca. No necesito recordarle como se hace. Usted y yo lo hemos hecho ya antes.

Sentir y pensar en positivo es una inversión muy rentable para vencer la adversidad y vivir sanos y felices. ¿Les parece poco?

A bientôt!

Más en Opinión
Entrando en la página solicitada Saltar publicidad
Advertisement