Estreno expositivo de Antonio Tomás Romero

Por José Fernando Sánchez Ruiz (AECA AMCA)

Antonio Tomas Romero es un pintor autodidacta con gran vocación. Un alcazareño atrevido que se ha decidido a presentar por primera vez sus pinturas en su pueblo. Con el titulo genérico de “El arte de la paráfrasis”  nos muestra una interesante colección de pinturas desde el día 1 de octubre en la bodega La Tercia de Alcázar de San Juan. Antonio con sus imágenes personales nos muestra antiguas realidades locales y manchegas desde su personal lenguaje plástico.

Trae en su paleta y en sus trazos un homenaje permanente a su referente más profundo del arte contemporáneo V. Gogh (1853-1890). Conoció su pintura siendo muy joven en sus correrías europeas en Ámsterdam. Si aquel tuvo una vida compleja con una juventud “triste, fría y estéril”, vivió intensamente el ambiente artístico europeo, leyó mucho, dejo una extensa correspondencia  y sufrió ataques de terror y alucinaciones. Teniendo una interesante producción que fue poco vista y comercializada durante su corta vida. El caso de Antonio poco tiene que ver con todo ello. Su dedicación al arte complementa una vida amplia y generosa de gran implicación personal y social en múltiples campos.

Para acercarnos a la colección que nos presenta hay que hacer dos visiones principales que sin recoger toda la muestra, son su cuerpo principal. La primera centrada en un acercamiento etnográfico a La Mancha, en las labores agrícolas e imágenes paisajísticas. Destacan en ellas el color y el dibujo, con un marcado ingenuismo primitivista, les de una gracia muy personal y las identifica de la mano de Tomas Romero, vislumbrándose cierto sello personal en su trabajo. Hay que tener en cuenta que aunque es un pintor poco divulgado, lleva tiempo pintando como denota en la mera realización técnica de sus obras. El color y la luz lo delatan frente a la valentía al acometer la pintura, el pintor disfruta en cada una de sus realizaciones a su gusto sin tener en cuenta academicismos, tendencias o modas. Esta actitud hace de Tomas Romero un artista integro y honesto con su trabajo.

El segundo visionado de su exposición lo hacemos sobre los trabajos que tienen como objeto un Alcázar urbano. Es el lugar de la infancia del pintor, con escenas vividas y otras mostradas, donde la limpieza de elementos lo convierte en un paisaje idealizado en la memoria y el recuerdo. Sorprende que no haya señas personales lo que permite que cada espectador pueda reescribir sobre la pintura sus historias personales; en las esquinas del cristo de Villajos, la iglesia de Santa María u otros rincones, o rememore el sabor de “los coyotes” de la heladería “el Buen Gusto”.

Tomas Romero de la mano de ese fauvismo tan suyo lleva a los espectadores a la infancia y al recuerdo. Además su obra nos acerca a una experiencia muy particular, el dialogo con las calles, las plazas y los edificios de la población, los edificios se estiran, se contonean, expulsan de entre sus paredes historias de quien los frecuento o cosas que ellos han visto en esas calles. A cada cual les llega una historia, incluso a algunos ninguna, o una simple onomatopeya. En cualquier caso el dialogo esta en el aire entre el espectador y el cuadro. Esto es absolutamente cierto y Antonio Tomas que pasa mucho tiempo con ellos recoge esas conversaciones y las transforma en textos poéticos que también cuida entre algodones mientras las enseña a sus amigos.

Se advierte en toda su obra ese primitivismo permanente que no le deja encasillarse en las corrientes más reconocidas, por lo que hay que felicitarle por mantener una forma personal de trabajo. Ahora después de esta muestra en su vocación por V. Gogh  estaremos expectantes en el deseo de encontrarnos con una colección de retratos de personajes de su entono, como nos dejo su espejo artístico. Un reto.

Ahora vamos a aprovechar este octubre aun calido del otoño, para visitar la bodega de la Tercia y disfrutar de sus vinos sus tapas y los cuadros de Antonio Tomas que nos llevan a ensoñar desde el pasado al futuro. Además podemos llevarnos alguno a casa para seguir dialogando con la pintura.

José Fernando Sánchez Ruiz.

 AECA AMCA.

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