Encuentros en la Castelar

Hoy con Sara Yuste Micó (Arquitecta Técnica y Profesora de IES)

Por Antonio Leal Giménez

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Sara tuvo la suerte de criarse en dos barrios alcazareños:  en la calle Lorenzo Rivas, con sus padres, junto a la Plaza de Toros, el Parque Alces y la Piscina Municipal, y en la calle Ferrocarril, recibiendo todo el cariño de su abuela María. Se siente privilegiada por ello, ya que tuvo un gran número de amigos_ que todavía conserva_. Sus lugares preferidos para jugar fueron la Plaza de Toros, el “descampao” que luego ocuparon los bomberos y más tarde la Seguridad Social, el callejón de “La calle del Ritmo”, La Castelar, y las calles Horno y Comadre. Recuerda que podía jugar durante todo el día en cualquiera de ellas con total tranquilidad, ya que había pocos coches (circulando o aparcados) lo que le daba mucho espacio y libertad. La verdad es que tuvo una infancia muy, muy feliz.

Su etapa escolar comenzó en el Colegio Nuestra Señora de la Trinidad (las Trinitarias) de la que guarda un buen recuerdo, tanto de los profesores, como de sus compañeros de clase. Sus amigas del colegio continúan siendo en la actualidad, ha crecido con ellas y siguen formado parte de su vida. Sus estudios de BUP y COU los realizó en el Instituto Miguel de Cervantes donde pasó unos años muy divertidos, amplió el número de amistades, estudió mucho, pero también comenzó a descubrir otros mundo en sus salidas y en esa edad tan maravillosa, disfrutó todo lo que buenamente pudo Cuando terminó el Instituto se fue a estudiar a Madrid la titulación de Arquitectura Técnica.

Los años de la universidad fueron duros y divertidos a partes iguales. Tuvo momentos en la carrera realmente complicados, que los superó con mucho esfuerzo y dedicación, pero también le sirvió de una gran experiencia el estar fuera del amparo diario de sus padres. La cercanía de Alcázar con Madrid y la conexión ferroviaria le permitía venir “a casa” casi todos los fines de semana. Durante su último año de carrera comenzó a trabajar en Ferrovial Conservación, y una vez finalizados los estudios pasó a trabajar en la empresa Ferrovial Agromán, donde permaneció durante siete años en diversas obras en construcción. Menciona, entre otras, la ampliación de Telemadrid, varios edificios del campus de la Universidad Rey Juan Carlos, la ampliación de la Casa de la Moneda, el Centro Comercial Planetocio, además de varios bloques de viviendas.

Siempre había tenido “la espinita” de dar clase, y necesitaba probar esa experiencia, por lo que tomó la decisión de abandonar la construcción para dedicarse a la enseñanza. La apertura de una bolsa de trabajo en la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, le permitió acceder a la docencia de Formación Profesional, y comenzó a impartir clase como interina de ciclos formativos de Edificación y Obra Civil. Al poco tiempo, se convocaron oposiciones y pasó a formar parte del cuerpo de funcionarios de carrera. Desde entonces ha vivido en distintas ciudades y trabajado como profesora en institutos de Ocaña, Albacete, Ciudad Real, Guadalajara, Alcázar de San Juan y ahora en Oviedo. Ser profesora de Formación Profesional le permite compaginar dos facetas que le apasionan: la docencia y la construcción. Ha desempeñado labores como Coordinadora de Programas Erasmus+, lo que le ha permitido coordinar proyectos de movilidad de alumnos de secundaria o de formación profesional y de profesores a varios países de Europa: Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Malta, Holanda, Portugal, Reino Unido y República Checa.

Sara es una persona muy responsable y trabajadora, evita siempre el conflicto que pudiera surgir en cualquier discusión y es muy difícil-imposible- enfadarse con ella. Es extremadamente discreta, muy prudente y sociable. Tiene una gran capacidad de organización y habilidades suficientes para distribuir el tiempo y el trabajo, prever las dificultades y muy sensible con el medio ambiente, respetando todo el entorno natural. Sus montones de amigas y amigos la adoran y es una apasionada de Alcázar de San Juan y hace todo lo posible para no perderse ninguna de sus fiestas.

Nuestro encuentro tiene lugar en el solar que antiguamente ocupaba la farmacia Nieto donde me cuenta su idea acerca de qué construir en tan emblemático lugar.

Me habría encantado que se hubiese podido mantener al menos el tramo de fachada de la farmacia, creo que para todos los alcazareños tenía algo especial, aunque estaba muy deteriorada ya y era difícil salvarla e integrarla en un nuevo edificio. Teniendo en cuenta el marcado carácter residencial y sobretodo comercial de la Castelar parece lo más normal levantar un edificio de viviendas con los bajos reservados para el comercio.

Sin embargo, hay también un edificio en Alcázar abandonado que me encantaría que se pudiera rehabilitar y conservar lo más parecido a su configuración original. Se trata del antiguo hospital. Por su ubicación, cercana a los institutos y zonas deportivas, y por su distribución en habitaciones creo que podría acondicionarse como residencia de estudiantes. Es un edificio que me gusta muchísimo y me da mucha pena ver como se va deteriorando poco a poco, hasta el día en que intervenir en él ya no merezca la pena y haya que tirarlo.

PREGUNTA: La formación intelectual de una Arquitecta Técnica y tu trabajo realizado en construcción ¿Es en cierta manera, un reflejo de tu itinerario cultural? El Quijote visto desde la Arquitectura Técnica ¿Te ha resultado una poderosa herramienta creativa?

RESPUESTA: Más que “intelectual,” considero fundamentalmente “técnica” la formación recibida. De hecho, a pesar de que considero crucial mi paso por la Escuela de Arquitectura Técnica en mi formación, reconozco que me desencantó el ambiente universitario, en el sentido de que quizás yo tenía una idea bastante romántica de lo que era la universidad. Esperaba encontrarme un ambiente donde se respirara CULTURA en mayúsculas, con gente interesada en cualquier disciplina cultural, arte, literatura, música, ciencia…, pero la realidad, al menos en mi Escuela era algo diferente. Es una carrera técnica muy pegada al suelo, muy práctica y con escasa formación humanística, y eso se respiraba en los pasillos, donde nuestra mayor preocupación eran el cálculo de estructuras, la geometría descriptiva o la composición del hormigón. Creo que mi itinerario cultural es más un reflejo de la época que me ha tocado vivir, que del proceso formativo y laboral que he seguido.

Por otro lado, me cuesta encontrar paralelismo entre El Quijote y el mundo de la Arquitectura Técnica…, quizás, como he mencionado antes, conectan en el marcado carácter realista que en la obra de Cervantes encarna al principio de la novela Sancho, frente a la personalidad idealista de Don Quijote.

P. La novela titulada “La vida nueva”, de Orhan Pamuk, escritor turco que fue Premio Nobel de Literatura el año 2006 comienza así: “Un día leí un libro y toda mi vida cambió”. ¿Te ha pasado a ti lo mismo leyendo El Quijote? ¿Te ha sido provechosa su lectura para el ejercicio de tu profesión? ¿Hay alguna simbiosis entre un proyecto arquitectónico y cualquier pasaje del Quijote?

R. La lectura en concreto de El Quijote no creo que haya cambiado mi vida, ampliaría en realidad esa frase por “La lectura toda mi vida cambió”. Son varios los libros que me han calado a lo largo de mi vida, pero sobretodo es el hábito a la lectura que desde muy niña aprendí de mis padres, lo que considero más influyente. La lectura en general resulta muy provechosa en la vida, en cualquiera de sus aspectos, ya sea a nivel personal o profesional. Es una herramienta muy poderosa, y al alcance de cualquiera, que sirve para cultivarte, abrirte la mente o simplemente para evadirte.

Sacar adelante un proyecto arquitectónico en cierto modo puede resultar bastante complejo, con la intervención de distintos agentes, cada uno con sus intereses particulares de por medio, por lo que a veces tienes la sensación de luchar contra gigantes. Desde luego es apasionante, o al menos para mí, el proceso de construcción. Me parece increíble el trabajo que lleva “pensar” y redactar un proyecto, pero reconozco que hay trabajos de mano de obra en la construcción que me dejan absorta, me maravilla contemplar los tajos de obra.

P. ¿Cuándo comenzó la elección de la carrera que querías estudiar? ¿Por qué decidiste empezar la carrera de Arquitectura Técnica? ¿Qué trabajos solías realizar?

R. La elección de la carrera fue ya en los años de instituto. De entrada a mí me gustaba mucho la química, pero en 1º de BUP tuve un profesor de dibujo técnico, Miguel Ángel (no recuerdo su apellido) que me hizo cambiar de rumbo. Empecé el curso regular, pero poco a poco, y gracias a este profesor el dibujo técnico me “enganchó”. Un día, en una de sus clases, le pregunté qué había que estudiar para ser profesor de dibujo, y me dijo que él era Arquitecto. Así que en realidad empecé la carrera casi pensando en convertirme en profesora, más que en ejercer la profesión. Pero durante en la carrera las salidas profesionales que más se mencionaban en las aulas eran dedicarte al trabajo en oficina técnica o en obra. Me incliné por el trabajo en obra, y durante siete años trabajé bien en constructora o ejerciendo la profesión por libre, pero la espinita de la docencia estaba ahí, y finalmente di el paso al mundo de la enseñanza.

Como he dicho antes, fundamentalmente trabajé en dirección de obra, bien en constructora, o luego como profesional liberal. Los trabajos principales consistían en el control y supervisión de los tajos de obra, pero luego también los de gestiones puramente dichas: pedido de materiales, planificación y especialmente control de costes

P. ¿Cuáles fueron las mayores recompensas y satisfacciones de tu trabajo como Arquitecta Técnica? ¿Recuerdas alguna experiencia positiva? ¿Y las mayores insatisfacciones?

R. Para mí es una gran satisfacción pasar por delante de cualquiera de los edificios en los que he intervenido de una manera o de otra. Lo contemplas, y es inevitable pensar que has puesto un granito de arena para que ese edificio esté ahí, y que ahí seguirá durante mucho tiempo. Pero sin duda, lo que recuerdo con más satisfacción es la gente con la que he trabajado, los grandes compañeros, el ambiente de la obra.

Experiencias positivas, varias. Aunque el trabajo a pie de obra es muy duro, también es una gran escuela, donde puedes aprender in situ todo lo que durante años has estudiado en las aulas. Por otro lado, destacaría el trabajo en equipo. Una obra no sale adelante sin el trabajo coordinado del equipo de obra.

Sobre las insatisfacciones de este trabajo destacaría dos de muy distinta naturaleza. Por un lado, que la construcción no es un trabajo en serie, nunca repites el mismo producto, puede ser parecido, pero nunca igual, que además es de gran tamaño y se subdivide en muchas tareas, por lo que controlar cada milímetro del mismo resulta imposible, y eso luego da lugar a la aparición de muchos defectos una vez entregado. Da igual todo el esfuerzo dedicado, siempre llegan reclamaciones cuando entregas la obra. Otra de las insatisfacciones tiene que ver con la siniestralidad laboral. Por desgracia, este es un sector proclive a los accidentes, y además con consecuencias graves. Vivir un accidente de trabajo en la obra es algo muy doloroso y desagradable. Cada día aumenta la conciencia respecto a las medidas de protección, pero ha costado mucho y todavía cuesta inculcar la cultura de la prevención.

P. Pues...háblame sobre el hecho de ser mujer y trabajar en un mundo que tradicionalmente ha sido de hombres.

R. Bueno, te hablaré de cómo lo he vivido yo, no sé el resto de compañeras si lo habrán vivido de la misma manera. La verdad es que cuando empecé la carrera, ya éramos muchas chicas, así que durante mis años de estudiante ese no fue un tema que me preocupara. Luego, cuando empecé a trabajar, en mi empresa había un montón de mujeres en obra, así que no me sentía una extraña en un mundo de hombres. Pero con el tiempo lo que sí que me encontré es que nosotras teníamos que demostrar más que nuestros compañeros para ser reconocidas, o que la empresa tenía planes distintos en cuanto a la promoción o la carrera profesional de los hombres con respecto a las mujeres, nuestro “techo profesional” dentro de la empresa estaba un poco más bajo. Sin embargo, creo que la incorporación de la mujer a este sector lo ha beneficiado, en cierto modo lo ha “profesionalizado”.

P. ¿La primera vez que te enfrentaste a ser Jefa de Obra ¿Tenías miedos o prejuicios sobre cómo estaba la mujer vista en este sector? ¿Te encontraste alguna vez con algún trabajador así… el típico…? ¿Cómo tratabas de salir de esa situación?

R. Al principio yo no tenía demasiados miedos sobre cómo estaba la mujer vista en el sector, pues como he dicho antes, en la carrera éramos muchas, y pensaba que estaba más normalizado. Durante las primeras obras, eran obras grandes, y el personal técnico éramos muchos, así que coincidí con varias compañeras en una misma obra, lo que a mí me parecía lo más normal del mundo.

No recuerdo encontrarme con ningún trabajador que se saliera de tono, pero sí al jefe de una de las empresas con las que subcontratábamos. Éste era el dueño de una empresa que trabajaba habitualmente con la nuestra, pero cuando yo le llamé, dijo que él no hablaba con mujeres, quería hacerlo directamente con el Jefe de Grupo, que era hombre. Menos mal que mi Jefe le dijo que si no quería trabajar con sus Jefas de Obra que no trabajaría en ninguna obra de su grupo, y así fue.

P. ¿En algún momento sentiste diferencias de trato con respecto a otros compañeros hombres con la misma responsabilidad? ¿Era un reto, que te vieran a ti de...que eres tú la que...les controlaba? , ¿Cuál crees que es la visión de los trabajadores sobre las mujeres?

R. Al principio no, empezábamos todos con las mismas tareas, responsabilidades y sueldos, pero con el tiempo ellos promocionaban antes. Es más, tengo la sensación de que sin que estuviera así diseñado, o quizás sí, tenían pensada una carrera profesional diferente para los hombres que para las mujeres. Todo empresario tiene en mente que si tiene trabajadoras llegará el momento de la maternidad, y mientras no estén equiparados los premisos de paternidad y maternidad, eso supondrá un lastre para toda mujer, sea en el trabajo que sea.

Respecto a ser la responsable de una obra y ser la que organizaba el trabajo nunca me sentí cuestionada por los trabajadores, al contrario. Mi percepción de la visión de los trabajadores sobre las mujeres es en general muy buena, siempre me encontré con un gran respeto por parte de todos, especialmente de los más mayores, pues muchos de ellos tenían hijas estudiando o trabajando y te trataban como les gustaría que trataran a sus hijas. En mi caso nunca fue complicado el trato con los trabajadores de las obras, es algo de lo que guardo un buen recuerdo. Como he dicho antes, encontré más dificultades con los hombres que he tenido de jefes o compañeros, que con los que he tenido a mi cargo.

P. ¿Con el paso de los años y con más experiencia, notaste evolución desde entonces? Y en general, ¿Cuál crees que es la visión de los trabajadores hacia la mujer en el ejercicio de tu anterior profesión?

R. Claro que ha habido una evolución, pero todavía es insuficiente, al igual que en la sociedad en general. Es evidente que se han dado grandes pasos respecto a la igualdad de la mujer, pero queda mucho camino por recorrer. Son muchos los sectores laborales en los que debe avanzar la situación de la mujer. Por ejemplo, creo que en el sector de la educación, a mi nivel, el de la enseñanza secundaria, sí que existe una igualdad real. Los claustros de profesores están formados por hombres y mujeres a partes iguales, ya sea en disciplinas de ciencias o de letras. Los cargos directivos también los ocupan mujeres y hombres indistintamente. Sin embargo, en el sector de la construcción, y en otros muchos, aunque no es extraño ver hoy en día a una mujer en la obra con el casco puesto, resulta más complicado verla ocupar altos cargos. Los hombres promocionan antes y cobran más. El momento de la maternidad/paternidad aunque afecta de la misma manera a unos y otros, penaliza más la carrera profesional de las mujeres. Mucha gente de mi edad, cuando llega ese momento, debe recurrir a la reducción de jornada para lograr la complicada conciliación familiar. La mayoría de las veces, en la pareja es la mujer la que se acoge a ese derecho. Pero cada día son más los hombres los que lo hacen y sin embargo para ellos no es un estigma, ni un freno en su carrera, todo lo contrario, es un plus y se les admira por ello.

Por otro lado, creo que los trabajadores de la construcción tienen perfectamente normalizado el hecho de que una mujer dirija una obra. La mayoría tiene madres, hermanas, mujeres e hijas que trabajan, da igual en qué, pero este hecho creo que ayuda a que no sientan extrañeza por ver a una mujer en su trabajo. Al contrario, yo siempre me he encontrado un gran respeto y compañerismo. Otra cosa es la visión, o mejor dicho los planes que pueda tener la empresa para una mujer.

P. Hace veinte años un 20 % de los Arquitectos Técnicos eran mujeres y ahora sois el 62 %. ¿Por qué tiene tanto atractivo esta titulación para nuestras jóvenes? ¿Cuál es la función principal de un titulado en Arquitectura técnica? ¿El trabajo está casi asegurado para los recién titulados?

R. La verdad es que desconocía esas cifras, pero me alegra saberlo. No creo que la titulación de Arquitectura Técnica (bueno, con el plan Bolonia ha cambiado de nombre) tenga un atractivo especial, me da la sensación de que lo que refleja ese porcentaje es que hoy en día los jóvenes no ven que haya carreras de “chicos” y de “chicas”, y eso es fantástico.

La función principal de un titulado en Arquitectura Técnica es como profesional liberal y dedicarse a la Dirección de Ejecución de Obras, lo que todo el mundo conoce como el Aparejador de la obra. Pero también se puede dedicar a las peritaciones, tasaciones, coordinación de seguridad, inspección técnica de edificios, etc. Por otro lado existen salidas como asalariado dentro de una empresa, de Jefe de Obra en constructora, en empresas de Control de Calidad, promotoras. Y en la función pública, formado parte del cuerpo técnico de las distintas instituciones: Consejerías, Direcciones Provinciales, Ayuntamientos, etc.

Lamentablemente, el trabajo no está casi asegurado para los recién titulados. El sector de la construcción se vio muy afectado con la crisis que comenzó en 2008 y aunque la situación había empezado a mejorar, aún no había alcanzado el ritmo deseado por los que pertenecemos a este sector. Ahora nos vamos a tener que enfrentar a una crisis completamente diferente, que no está derivada de este sector, sino de una crisis sanitaria mundial y sin precedentes, que va a tener repercusión a todos los niveles. A mí me resulta imposible prever sus consecuencias.

P. ¿Qué expectativas tenías antes de empezar a trabajar en la docencia? ¿Con qué te encontraste una vez que comenzaste a trabajar? ¿Qué tipo de docente aspiras ser?

R. No sabría decir cuáles eran mis expectativas antes de empezar a trabajar en la docencia. Mis referencias eran como estudiante, no como profesora. Probablemente, eran las mismas que puedo tener ahora, ser capaz de transmitir, saber enseñar, “enganchar” al alumnado y sobretodo que aprendan lo máximo posible.

La primera vez que empecé a trabajar realmente fue una situación difícil. Salí de trabajar de una obra el día anterior a las 8 de la tarde, después de siete años con el casco puesto, y al día siguiente, estaba en un aula dando clase. Fue un cambio radical. Además, el primer año me tocó implantar una enseñanza nueva en el centro en el que me destinaron, así que nadie sabía decirme lo que tenía que dar, ni cómo, ni la dotación que tenía para hacerlo. Era un curso de Garantía Social para alumnos de 16 años como Operario de Mantenimiento Básico de Edificios. Al principio fue duro sacar ese curso adelante, hasta que conocí el funcionamiento de la enseñanza reglada, pero al final me alegré de haber dado el paso de probar la docencia.

Como docente aspiro sobre todo a proporcionar una formación a mis alumnos que luego les resulte útil para su vida laboral. Uno de los objetivos de la Formación Profesional es cualificar a las personas para que puedan desarrollar una actividad profesional, y no existe mayor satisfacción para los que impartimos estas enseñanzas saber que nuestros alumnos encuentran trabajo.

P. ¿Cómo está siendo tu experiencia como docente? ¿Qué asignaturas impartes?

R. El trabajo de docente me apasiona, disfruto muchísimo dando clase, preparando los temarios, las actividades, etc. Me gustaría que en Formación Profesional se pudiera optar como hace años a la compatibilidad con un trabajo fuera de las aulas, pues me parece fundamental en estas enseñanzas tan prácticas el conocimiento por parte de los profesores de la realidad laboral.

Las asignaturas que imparto tienen unos nombres bastante largos, así que te los diré resumidos. Suelen ser: Construcción (se trata de tecnología de la construcción, sistemas constructivos, materiales, etc.), Estructuras (cálculo de estructuras), Replanteos (relacionado con la topografía), Planificación (cómo se organizan las obras), Mediciones (cómo se calculan los presupuestos de obra) o Eficiencia Energética (aplicada a los edificios).

P. ¿Cómo describirías a tus estudiantes? ¿Cómo es tu vínculo con ellos? ¿Has vivido alguna situación conflictiva?

R. Aunque no quisiera generalizar demasiado, podría decir que los alumnos que se matriculan en un ciclo formativo, al no ser enseñanzas obligatorias, es gente que quiere seguir estudiando, formándose y con ganas de aprender o al menos de encontrar una salida laboral. También es habitual encontrar otro perfil de alumnos, gente que trabaja o que ha trabajado ya en el sector de la construcción, con experiencia, pero que quiere actualizarse. La horquilla de edad de los alumnos que he tenido va desde los 18 a los 52 años. Cuando tengo clases con alumnos de edades muy dispares me encanta, pues entre ellos se aportan lo mejor de cada uno y se genera un clima de clase muy bueno.

Sobre el vínculo que se crea con los alumnos, debido también a las características de los ciclos formativos, creo que es bastante cercano. Suelo dar clase dos años seguidos al mismo grupo, en hasta 5 asignaturas diferentes, eso significa que paso con ellos muchas horas a la semana, y en grupos reducidos si lo comparamos con lo que son las clases en la universidad. Esto nos permite al profesorado en general tener un trato cercano con nuestros alumnos, y que ayuda mucho en el desarrollo de las clases.

El alumnado de formación profesional no suele ser conflictivo, como he dicho antes, al no tratarse de enseñanzas obligatorias, la persona que viene lo hace porque quiere, y está además invirtiendo un tiempo de su vida para aprender. No recuerdo ninguna situación especialmente conflictiva más allá de las típicas quejas por el excesivo trabajo que (dicen) les mandamos, o algo similar, vamos, lo normal que hemos hecho todos siendo estudiantes.

P. Un estudio de la Comisión Europea afirma que más del 90% de los estudiantes Erasmus+ mejora su capacidad para trabajar y colaborar con personas de culturas diferentes y considera que tiene una identidad europea. ¿Crees que son razones suficientes para el número de estudiantes y docentes de FP que ha participado haya aumentado considerablemente?

R. Sin duda es un motivo más que suficiente, pero desde luego no es el único que lleva a una persona a participar en un programa como Erasmus+. Yo creo que a los alumnos en un principio lo que les motiva es el hecho de vivir la experiencia Erasmus: viajar, conocer gente, aprender un idioma, etc., y luego se encuentran con mucho más. Es cierto que cada persona lo vive de una manera diferente, pero a grandes rasgos y haciendo uso de uno de los eslóganes más famosos del propio programa, “Changing lives, opening minds” - “Cambiando vidas, abriendo mentes”, creo que esta frase resume de una forma muy acertada lo que es vivir esta experiencia. En mayor o en menor medida, cualquier persona que se haya ido de erasmus, como mínimo habrá conocido otras realidades, y una vez que vuelves a tu vida, seguro que te hace ver las cosas de otro modo… abriendo mentes.

Sobre el aumento de participación por parte de la comunidad educativa de FP hay un factor fundamental, que es la financiación. El programa Erasmus comenzó en el ámbito universitario, pero con el tiempo se ha ido extendiendo a todos los niveles: formación profesional, secundaria, bachillerato, primaria, adultos…, y se ha fomentado con mucha inversión y mucha difusión, haciendo llegar el programa también a pequeñas localidades, a pequeños centros, y no solo a las grandes universidades.

P. ¿Cuáles fueron los motivos que te llevaron a ser Coordinadora del Programa Erasmus+? ¿Qué te ha aportado? ¿Cómo fue tu experiencia de Erasmus? ¿Pudiste escoger tu destino? ¿Qué destacarías?

R. Bueno, el motivo fundamental para ser Coordinadora Erasmus es que casi nadie quiere serlo, ja jajá, y a alguien le tiene que tocar. Otro motivo puede ser que yo he sido una erasmus “frustrada”, nunca me fui de Erasmus. Cuando yo estudiaba, en mi universidad sólo ofertaron una plaza, y a la reunión informativa fuimos casi 100 personas… esto me desanimó bastante, y también saber el dinero que costaba. Quien no se haya ido de erasmus creerá que te vas con los gastos pagados, pero no es así en absoluto. La beca erasmus, como se le suele llamar, no es tal beca, tan solo se da una pequeña cantidad de dinero en concepto de ayuda, nada más. Lo que fundamentalmente resuelve el programa es que te facilita ir a estudiar a otro sitio, simplificando los trámites administrativos, por así decirlo. Acceder a centros en toda Europa con la garantía de validar o reconocer los estudios o prácticas allí cursado.

P. ¿Cómo explicarías a tus compañeros ovetenses, cómo son nuestras fiestas populares más significativas tales como El Carnavalcázar, Ferias y Fiestas y Moros y Cristianos?

R. Bueno, quien me conozca ya sabe que yo voy haciendo patria allá donde voy. Siempre que puedo presumo de nuestro peculiar carnaval en Navidad, y a partir de ahí empiezo a hablar de mi pueblo y ya no paro. Creo que esta fiesta es la que posiblemente llame más la atención a la gente de fuera, por lo insólito de la fecha. Con las Ferias y Fiestas ya es más difícil porque yo creo que todo el mundo piensa que su feria es la mejor, y seguramente no les falte razón, donde más y mejor se lo pasa uno es con su gente. He podido disfrutar de otras ferias, mucho más famosas y grandes que la nuestra, y sin duda me han gustado y me lo he pasado bien, pero la que nunca me perdería es la mía, la de mi pueblo, y si alguien de fuera quiere venir a conocerla, pues fantástico, creo que Alcázar es un sitio muy acogedor y que recibe muy bien a la gente, seguro que la disfrutarían. Respecto a los Moros y Cristianos, de las tres es la fiesta que menos he podido disfrutar, pues coincide con el final de curso, y son malas fechas tanto de estudiante como de profesora, pero bueno, presumo igualmente.

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