ENCUENTRO CON NUESTROS MAYORES

José Luis Mata Burgos: “El trabajo y el esfuerzo personal son la mejor manera de dignificarse a sí mismo y contribuir a la mejora de la sociedad”

Por Antonio Leal Jiménez

Faltaban 132 días para finalizar el año en el que, en las traseras de San Francisco, tuvo lugar la venida al mundo de José Luis. Y lo hizo en el nº 10 de la calle Pascuala, de Alcázar de San Juan. Diecisiete años antes, ese mismo día, había nacido el famoso periodista y locutor de radio José Luis Pécker, sobrino de la alcazareña María Luisa Román Alberca.

Una calle emblemática de tradición de pastores de cabras y muleteros cuyo nombre se relaciona con el de un antiguo pozo de abrevadero de ganado, entonces ya desaparecido. Un barrio humilde y una casa humilde, habitada por cuatro familias de vecinos en torno a un patio común donde se situaba el único grifo de agua potable. Además había un tremendo corral (aún hoy pervive su apelativo "El corralón", a pesar de que ha sido parcelado para viviendas) en el que se situaban varias cuadras y establos. El corralón congregaba a toda la chiquillería del barrio como lugar de juegos infantiles: pídola (local "píndola"), talita, trompo, bolas, ruletes, combas... y, cómo no, partidillos de fútbol con pelota de trapo o de goma.

Su etapa escolar comenzó en el colegio de "La Ferroviaria" de cuyos maestros prefiere no dar noticias. El ascenso de su padre en la RENFE, ocasionó un traslado obligado a Madrid, pero la familia volvió pronto y ello le permitió continuar sus estudios en la escuela de don Manuel Cencerrado. Loor para don Manuel, que supo despertarle la afición al estudio y, gracias a él, se presentó al examen de ingreso de bachillerato en el instituto de Ciudad Real y también obtuvo una beca del Ayuntamiento para los estudios de bachiller que realizó en la Academia Balmes, con la salvedad de que, por ser becario, tenía que matricularse y examinarse, como alumno libre, en el instituto de Ciudad Real, donde se jugaba, en los exámenes de un solo día, todo el trabajo del año. Así transcurrieron los cuatro cursos del Bachiller Elemental.

A partir de ahí, comenzó a trabajar (Administración Subalterna de Tabacalera), a la vez que continuaba estudios (siempre como alumno libre) de Magisterio y Bachiller Superior.

Otra vez se refiere a don Manuel quien, por haberle comunicado que su trabajo le dejaba muy poco tiempo para el estudio, le ofreció trabajar como pasante en su escuela. Terminó Magisterio, terminó el Bachiller Superior y ganó las oposiciones para maestros nacionales. Ejerció su carrera en varios pueblos, entre ellos, Socuéllamos, Alcoba de los Montes y Alcázar.

La creación de la UNED supuso para José Luis la oportunidad de conseguir una aspiración largamente esperada: licenciarse en Filología Hispánica, título que le permitió acceder a profesor de Secundaria y al cuerpo de catedráticos de Secundaria. En 1986 fue adscrito, con venia docendi, al Departamento de Lengua Española de la UNED, como profesor del Centro Asociado de Ciudad Real, y ha sido coordinador en la sección de Alcázar hasta su jubilación, que tuvo lugar hace algunos años. Me pide destacar de esta síntesis curricular que pertenece a la generación de la posguerra; una generación que ha contribuido, de manera destacada a:

- Entender que el trabajo personal y el esfuerzo son la mejor manera de dignificarse a sí mismo y contribuir a la mejora de la sociedad.

- Mejorar la situación cultural, económica y social de España, tras la penuria en que se encontraba desde hacía varias generaciones.

- Superar heridas de lo que se ha venido llamando "Las dos Españas", conciliándose en amistad los hijos de ambas ideologías.

Todo esto dicho con las reservas propias de la moderación, sin triunfalismos ni alharacas. El hermoso «poema a la vejez» titulado ¿Que cuántos años tengo? atribuido al Premio Nobel portugués José Saramago, es un canto al orgullo y el valor de ser mayor frente a una sociedad en la que a menudo se discrimina a las personas por razón de la edad. Comenzamos nuestro “Encuentro” hablado sobre ello.

PREGUNTA. Frecuentemente nos suelen preguntar que cuántos años tenemos... ¿Te importa eso? ¿La edad que tienes es la que la gente intenta adivinar o la que tu corazón siente y tu cerebro te dicta? ¿Sueles hacer lo que deseas, sin miedo al fracaso o lo desconocido?


RESPUESTA. Nunca me importa declarar mi verdadera edad. Soy consciente de que la cita de Juvenal “mens sana in corpore sano” es todavía para mí un predicamento. Lo demás son conclusiones que cada uno tiene el derecho de sacar. Hago lo que deseo, me incita la curiosidad y pongo ilusión en todo. El éxito como el fracaso son consustanciales a la condición humana; no hay porqué asustarse.

P. ¿Has aprendido a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno de la vida? ¿Te importa si cumples, sesenta, setenta o más años, o realmente tienes la edad que sientes? ¿Tienes los años necesarios para hacer lo que quieres, para reconocer errores viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos?

R. “Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios” es una frase atribuida al poeta inglés Alexander Pope (s. XVIII). Me gustaría poder decir de mí, con mi admirado Blas de Otero, que soy “Ángel fieramente humano”, mas creo que tengo mucho de humano y bastante poco de divino, pero me siento bien cuando acierto a rectificar. Siempre es momento.

P. Cada edad, cada momento, cada día se vive como se vive. Una persona con la sabiduría de los años sabe de qué se habla en cada momento. ¿Por qué se busca personas cada vez más jóvenes para ocupar cargos que requieren una gran experiencia? Los más ancianos escuchan mucho y los más sabios saben callar cuando es oportuno ¿Por qué crees que el mundo acepta mejor a las jóvenes generaciones sin estar todavía preparados lo suficiente?

R. Vivimos en una sociedad cada vez más narcisista. Nadie podría imaginar a Narciso no joven. Si el mito de Narciso lo asociamos al de Fausto, podremos explicarnos que la juventud se valore hoy día por encima de la experiencia. La belleza de los cuerpos jóvenes se promociona desde esos grandes poderes como son el cine, la tv. y, fundamentalmente, la publicidad. Creo que está bien que añoremos al “…divino tesoro / dulce recuerdo del placer perdido”, pero no lo olvidemos: Narciso se metamorfoseó, aunque bella, en una simple y efímera flor y Fausto representa la permanente insatisfacción por los placeres no alcanzados. Ninguno de los atributos de Los Siete Sabios de Gracia era la juventud. Es un gravísimo error despreciar a los mayores por el hecho de serlo: carrozas, puretas… Despreciar el saber acumulado es un derroche que lleva al malbaratamiento de la sociedad.

P. Contaminar la tierra, el mar, el espacio..., matar animales para robarles su hábitat, organizar guerras para ganar dinero con la venta de armas, ¿Crees que es este el sentido que una gran mayoría le da a la vida? ¿Deberíamos preguntarnos qué estamos haciendo y a dónde vamos?

R. Me presentas una enumeración de los peores males que conducen irremediablemente a acabar con la vida. La especie humana (homo sapiens sapiens) es, al decir de los estudiosos de la evolución, el último eslabón de la cadena; no hay otra oportunidad en la serie evolutiva para nuestra especie. Cuando hablas de robar el hábitat de los animales, estamos robando, degradando, destruyendo nuestro propio hábitat. Aunque no soy partidario del catastrofismo gratuito ni de esas teorías apocalípticas que circulan de cuando en cuando, creo sinceramente que caminamos hacia la autodestrucción. ¿Qué estamos haciendo?: predicar en el desierto. ¿Hacia dónde vamos?: lo dicho, al final.

P. Hace algunos años escribiste la obra titulada “Las estaciones de mi estación”. En ella plasmabas la siguiente estrofa: Alcázar ya no es Alcázar, /que es un segundo Madrid/, Nos faltaba la estación, /ya la tenemos aquí. En la actualidad ¿Podemos pensar que Alcázar ya no es Alcázar? ¿Sigue siendo Alcázar un segundo Madrid? ¿Tenemos la estación pero no los trenes en la cantidad y calidad necesaria?

R. Se trata de una coplilla popular que pone de manifiesto el orgullo local en reconocimiento del cambio social y económico que supuso para Alcázar la llegada del ferrocarril. Mi entrañable amigo José Ángel Gallego estudió dicho cambio y sus conclusiones están publicadas por la Diputación Provincial de Ciudad Real: “Alcázar de San Juan: ferrocarril y desarrollo, 1850-1936”. Sin lugar a dudas, ha habido una tremenda transformación desde la época que estudia José Ángel hasta nuestros días. Hubo después un largo tiempo de crecimiento y esplendor, seguido de una lenta decadencia hasta la llegada de los trenes AVE y lo que supuso la construcción de nuevas líneas ferroviarias hacia el Sur, que ya no tienen paso por Alcázar. La caída se venía detectando al ser sustituida la tracción de vapor por, primero, el fuel oil, después, con la electrificación. Los trenes eran cada vez más autónomos en largos recorridos y no necesitaban de las revisiones que se hacían en la estación de Alcázar. Echo de menos el martillear las ruedas de los trenes, la fonda con su gran estufa y camareros capaces de servir un café caliente a multitud de viajeros en el breve espacio de una parada, los andenes siempre bulliciosos de viajeros esperando un trasbordo, el pregonar de las célebres tortas de Alcázar… El progreso trae siempre la obsolescencia de los viejos usos. No nos debe extrañar. Sí creo, no obstante, que no se ha sabido hacer una reconversión adecuada. Alcázar ya no es ferroviaria. Ha dejado de ser un segundo Madrid.

P. Cada persona tiene una serie de ideas abstractas que definen su manera de comportarse y sus ideales. ¿Qué valores personales han guiado tu conducta a lo largo de la vida? ¿Es cierto que nadie olvida a un buen profesor?

R. No tengo empacho en definirme como liberal y humanista en sentido amplio, es decir, desde el punto de vista cultural (por cuanto supuso el humanismo renacentista para las artes y las ciencias) y filosófico (reconocimiento de la persona, depositaria de su dignidad como individuo, con autonomía para pensar y obrar en uso de su sacrosanta libertad). No olvido a mis buenos profesores, que los hubo, no muchos, la verdad, porque dejé de tener profesores de enseñanza directa a los 14 años y me convertí en un autodidacta. Bien es verdad que he llegado a admirar a muchos grandes profesores a través de sus libros y escritos y he contado con el mejor profesor de la historia contemporánea: mi padre; un extraordinario narrador de sus experiencias vividas y contempladas en tiempos tan conflictivos como los de preguerra, guerra y posguerra; jamás lo hizo con sentido partidista, yo sacaba mis propias conclusiones. Hoy día, con Internet, quien no goza de los mejores profesores para cualquiera de las especialidades es porque le concede poco interés a su crecimiento como persona y se conforma con ser lo que se persigue desde las alturas del poder: una grey adiestrada. La peor enfermedad de un pueblo es, sin duda, la incultura.

P. ¿Es la docencia una profesión, una vocación, para toda la vida? ¿Qué valores has intentado inculcar a los alumnos en tu etapa como profesor? ¿Qué aspectos consideras que son indispensables para ser docente en la educación?

R. Para mí, mi profesión ha sido, ante todo, una vocación. A veces siento un poco de empacho al afirmar que he disfrutado mucho siendo enseñante y educador, pues se puede malentender sobre todo esta segunda característica. He enseñado las disciplinas encomendadas por mi especialidad pero me he manifestado en contra de frases tales como: yo soy de ciencias o de letras, incluso –mayor disparate- cuando entre los profesores de mi departamento los había que se consideraban sólo o más bien de lengua, sólo o más bien de literatura: la cultura no es un pozo compartimentado, es el poso que queda tras la reflexión global sobre ciencias, humanidades, artes, etc. Como educador he querido transmitir a mis alumnos que su formación tenía como finalidad el estimularles para ser libres, responsables y con criterio, que pensaran lo que pensaran es un derecho que asiste al individuo, pero que a ese pensamiento se debe llegar con espíritu crítico personal, sin imposiciones ni arteros manejos, que serían siempre interesados.

P. Como persona que te has dedicado a la enseñanza ¿Cuáles son las lecciones más importantes que has impartido sobre la vida? ¿Qué solías valorar más en tus clases, el proceso o el resultado? ¿Cuán importante ha sido para ti la educación inclusiva dentro del aula?

R. Parte de esta cuestión la doy por contestada en el punto anterior. Siempre es más importante el resultado (fin) que el proceso (medios). Creo que fui, si no el primero, uno de los primeros maestros que impartió oficialmente clases a alumnas, antes de que se permitiera la coeducación. Cuando se permitió, se podía detectar que la formación diferenciada de chicos y chicas había supuesto una discriminación a favor de los chicos. Pronto ellas compitieron en régimen de igualdad con los muchachos y demostraron que podían ocupar los primeros puestos sin problemas. Si por educación inclusiva quieres saber mi opinión sobre el lenguaje inclusivo con concordancias en –os, -as, -es, me parece tan aberrante que debiera producir empacho y vergüenza entre quienes lo estimulan y tratan de promocionar. Me atrevo a hacer un análisis lingüístico y gramatical de cualquier discurso en este sentido inclusivo y señalar la cantidad de transgresiones que cometen sobre su propia fórmula. Tampoco estoy de acuerdo con tener que favorecer en nada a las chicas sobre los chicos porque ellas mismas me han demostrado siempre que no lo necesitan, que son igual de capaces en franca competencia. La lucha del feminismo no está en este campo del favoritismo, sino en lograr una auténtica igualdad de oportunidades porque, en esto, sí considero que queda bastante por hacer. Menos propaganda oportunista y más hechos que lleven a la eficacia de la verdadera igualdad de oportunidades.

P. ¿Qué ventajas ofrece la UNED frente a otros centros 100% presenciales o 100% on line? ¿Qué atractivos puede tener la UNED para los alumnos que finalizan el bachillerato? ¿Cómo está especialmente diseñada la metodología de la UNED de manera que permite al estudiante el máximo de flexibilidad y autonomía?

R. La fundación de la UNED supuso un verdadero reto para la enseñanza. Pocos eran los que creían que era posible hacer una carrera universitaria a distancia (aún no existía la telemática). Se difundió incluso el bulo de que esos títulos tenían menos valor que los de la universidad presencial. Mi experiencia fue que, cada vez que me presenté a oposiciones, pude comprobar que mi formación estaba a la altura, cuando no mayor, que la de los alumnos de otras universidades. Yo achacaba las diferencias a que en la UNED estaba prevista la programación completa desde el primer día del curso: programación sobre rendimientos comprobables objetivamente y no sobre bellas teorías pedagógicas ni sutiles criterios de imposible valoración; estaban marcados los plazos de entrega de trabajos, los días de exámenes presenciales y el programa de cada asignatura había que estudiarlo de principio a fin. Hoy, la enseñanza on line se ha extendido a todas las universidades y sinceramente creo que la UNED se ha dormido un poco; no ha sabido adaptarse a las características del alumno adolescente que acaba de terminar su bachillerato. No sé si porque a esa edad todavía falta madurez o compromiso para el duro trabajo en soledad. El perfil del alumno de UNED sigue siendo el de persona madura o del estudiante de una segunda titulación, obligado a hacer compatibles el trabajo, la familia y el estudio.

P. Maestro de Primaria, Profesor de Secundaria y de Universidad. Con tu dilatada experiencia docente ¿Cuáles son los principales cambios que has notado en las aulas en cada una de tus etapas? ¿Qué cambiarías, en general, del actual sistema educativo?

R. El paso de la Primaria a la Secundaria y de esta a la Universidad no supuso para mí una honda transformación. Siempre he tenido una máxima que consistía en preguntarme: ¿cómo hubiera querido yo, cuando tenía esta edad, que me explicaran este tema? Sé que es una respuesta simplista que confía demasiado en la intuición. Quiero creer que me ha funcionado.

El actual sistema educativo me parece un verdadero fracaso (avalado por las evaluaciones Pisa año tras año). La LODE fue una ley que me hizo abrigar grandes esperanzas porque, de una vez por todas, se pretendía garantizar el acceso al estudio para todos, en igualdad de condiciones. Pero vino la LOGSE y todas las demás leyes y reformas, a cual peor; haría tábula rasa. Veníamos de una ley estupenda, la de 1970 de Villar Palasí, y era cierto que necesitaba adecuarse a los nuevos tiempos. Hubiera bastado unos retoques y añadidos importantes, pero cada ley sucesiva ha venido a demostrar que padece de demasiado intervencionismo por parte de los políticos de turno. El golpe definitivo ha sido la cesión de las competencias a las autonomías. Cada una selecciona su profesorado dispuesto a ser lacayo más obediente de las normas que se le requieren que un profesional independiente, comprometido con la enseñanza, la educación y la ciencia; la historia ha dejado de ser maestra de la vida, sometida a la verdad de lo acontecido y convertirse en algo que se reinventa a favor del interés de lo que conviene. Y las lenguas no son esos tesoros que sirven para la comunicación y entendimiento entre personas sino espurias señas identitarias que se utilizan para discriminar y favorecer la segregación y el apartheid.

P. ¿Cómo era Alcázar en tu juventud? ¿Cuál es tu primer recuerdo? En la actualidad, ¿Recurres a menudo a alguna ocupación deportiva que te permite mantenerte en buena forma física?

R. No guardo un buen recuerdo del Alcázar en que viví mi adolescencia y juventud. La rémora de la situación de posguerra duró demasiado. A mi juicio, la dictadura debió dar paso a un régimen de libertades mucho antes. El desarrollo de los años 60 supuso una oportunidad perdida. Los poderes fácticos, interesados en perpetuarse, se resistieron de manera terca y tozuda. Sé poco de política de alto nivel, pero esos salvapatrias de hoy debieran presumir menos y asumir que estuvieron muy calladitos viéndolas venir. Hoy pretenden colgarse las medallas y repartir culpabilidades.

Tengo afición por el ciclismo. Me parece una práctica muy adecuada para personas de mi edad, porque te puedes dosificar en función de tus gustos y posibilidades. Me gusta por igual el ciclismo de carretera que de caminos y montaña. Lo practico casi a diario, entre 30 y 40 Km., excepto cuando hacemos algún extraordinario de 70 u 80 a Ruidera o por las sierras de Madrid. Digo “hacemos” porque, además de esa posibilidad de practicarlo en solitario, cuento con un grupo de amigos con los que comparto camaradería y permanentes ganas de reunirnos para cualquier celebración: alegres juerguecillas y parrandas; todo eso que ahora se llama “buen rollo”.

P. ¿Qué lugares de interés artístico y patrimonial de Alcázar de San Juan recomiendas que hay que visitar?

R. En Alcázar, siendo Ángel Parreño concejal de cultura, se llevaron a cabo interesantes intervenciones que supusieron que este pueblo pueda ser hoy un pueblo de interés turístico: El Torreón es centro de interpretación de la Orden de San Juan, excavaciones arqueológicas de la calle Gracia, Casa del Hidalgo, recuperación de El Cubillo, restauración y puesta en marcha de un molino de viento y adecuación de su entorno, museo de la cerámica popular… Hoy, los alcazareños, debiéramos mostrar preocupación porque se mantenga este patrimonio en perfecto estado y despertar el interés por vivir nuestra historia y leyendas. No estoy seguro de que estemos suficientemente comprometidos.

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