¡Ay, qué pena!

Nadie querría vivir sin amigos,

aun estando en posesión de todos los otros bienes"

(Aristóteles, Ética a Nicómaco VIII 1,1155a5-6)

antonio

¡Ay, qué pena!, ¡qué amigos más hermosos tienes¡, me decía siempre mi abuela Paca, cuando iba a visitarla los domingos por la mañana en la calle Ferrocarril de Alcázar de San Juan, en busca de alguna “peseteja”.

Los amigos de la infancia son relaciones que duran más que cualquier otra. Al igual que Don Quijote, esos amigos/as tan” hermosos/as”, que formaban esa pandilla, decidieron andar por el mundo en busca de aventuras recorriendo un itinerario de amistad.  En la actualidad, ha pasado más de seis décadas y en su sentir permanece su compañerismo, y manifiestan con expresiones sencillas y sinceras lo que somos: “un grupo de amigos”, “buenos amigos que quieren verse, aunque sea de vez en cuando”, “grupo de amigos que, aunque haga un montón de tiempo que no se ven, te pones a hablar con ellos, como si lo hubieras visto el día anterior”, “buenos y queridos amigos con ganas de verse de vez en cuando”, “grupo de amigos que han ampliado a sus parejas conocidos y se reúnen para fortalecer y reactivar su amistad”, “grupo de viejos amigos desde la infancia que se quieren ver, aunque sea de vez en cuando y siempre se recuerdan los encuentros”, “el valor fundamental de la amistad es la lealtad”.

Mis amigos de siempre y nuestro pueblo ocupan un lugar muy grande en mi vida. Por eso vale reflexionar sobre la amistad, ya que muchas de ellas se forjaron en los primeros años de nuestra vida, con los compañeros de la escuela con los que hemos crecido juntos y con quienes seguimos fomentando su lealtad al paso de los años. Aunque la distancia nos haya separado, siempre están ahí, como entonces, con sus mentes llenas de recuerdos y nostalgia.

La amistad constituye la realización más plena de la sociabilidad y la forma más satisfactoria de las relaciones humanas. Es el afecto desinteresado, especialmente valioso. Se trata de algo singular en la vida de los seres humanos. Muchas personas entran en nuestras vidas casi al conocernos y otras tardan bastante tiempo en hacerlo. Alguna de ellas, encontradas posiblemente en una confluencia de calles, otras transitan a nuestro lado, y las menos, sólo las vemos durante un corto espacio de tiempo, normalmente en vacaciones. Más fácil y con afecto, los clasifica el escritor y periodista contemporáneo, Josep Pla Casadevall, considerado como el prosista más importante de la literatura contemporánea del pasado siglo. Pla distingue entre “amigos” “conocidos” y “saludados”.

El concepto de amistad ha adquirido una nueva dimensión con el desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información, que se manifiesta a través de las conocidas redes sociales, cuyo surgimiento ha acaecido en los últimos años. Dentro de la sociedad contemporánea sus diversas aplicaciones adquieren cada día mayor interés, estableciéndose nuevos canales de comunicación para el fomento de nuestras relaciones.

Los “amigos” suelen ser personas con las que compartimos intereses y momentos significativos en nuestra vida social y emocional. Están ahí para apoyarnos en los momentos difíciles y con los que compartimos alegrías y tristezas. El amigo, por supuesto, es la otra mitad del alma, y resulta inconfundible. Nunca desaparecen en las situaciones difíciles, complicadas, y en ocasiones, traumáticas, que se nos pueda presentar, y nos brindan su ayuda. Esos son los verdaderos amigos, y es cuando descubres a quién puedes llamar amigo, aunque a veces, la distancia y las circunstancias, acaban diluyendo esas amistades.

Con el tiempo aprendemos a diferenciar y solo deberíamos querer estar con los que consideramos amigos de verdad. Podemos confiar en ellos y compartir nuestros pensamientos, sentimientos y preocupaciones más íntimas. Un amigo lo es por lo que es, y no por quién es y con él se mantiene una amistad cimentada en el tiempo. Una de las más satisfacciones que tiene el ser humano, es la seguridad de contar con grandes amigos.

Valores fundamentales en una amistad son la lealtad, la coherencia, la generosidad, la solidaridad, el agradecimiento, la comunicación, la sinceridad y el compromiso. Una amistad interesada no sería verdadera amistad ni debería, por tanto, ser considerada como tal. Los fingidos amigos que solo lo son por interés y saben que de la amistad que se le proporcione obtendrán algún tipo de beneficio, a los que no le interesas tú, sino aquello de ti, de lo que pueda sacar provecho, y están presto a abandonarte en cualquier situación.

Luego están los “conocidos”. Estas son personas con las que tenemos una relación más cercana que un simple saludo en la calle. Pueden ser compañeros de trabajo, vecinos con los que hemos compartido alguna interacción o personas con las que hemos coincidido en eventos sociales más de una vez. La relación es amigable, pero no llega a profundizarse demasiado. La conversación se detiene en temas superficiales, y no sentimos tanto cariño, ni por supuesto, se nos tiene, pero si conocemos su vida y milagros. Resulta peculiar ya que podemos tener muchos, muchísimos más conocidos que amigos, incluso solemos verlos con más frecuencia.

Quedamos con ellos para alternar, para pasar nuestros ratos de ocio, pero a los cuales rara vez les confiaríamos algo más que unas simples curiosidades o “bacineos”; Sin embargo, la mayoría de las veces solemos denominarlos amigos. La diferencia entre un conocido y un amigo es la profundidad de la relación. Mientras que un conocido es alguien con el que tenemos una relación superficial, un amigo es alguien con el que podemos tener una conexión emocional más profunda.

Los “saludados” suelen ser aquellos que les conocemos de algo, pero nunca recordamos el qué, el cuándo, el dónde, el cómo, ni el porqué. Es la persona fugaz, a la que en muchas ocasiones utilizamos la palabra amistad de una forma mal entendida, tratando de abarcar todo tipo de relaciones, y a veces, nos podemos llevar una grata sorpresa, al descubrir que, alguno de los que considerábamos como “conocido” o “saludado” se pone a nuestro lado, sin esperar nada, sin exigir nada a cambio. Es probable que no sepamos sus nombres, pero podemos reconocer su rostro y saludarlos con una sonrisa.

Es importante tener un buen equilibrio entre amistades superficiales, amistades emocionales y personas a las que conocemos de forma sencilla. No debemos subestimar la importancia de los saludados y los conocidos, porque nos permiten tener relaciones sociales saludables y nos ayudan a formar una comunidad sólida.

En resumen, amigos, conocidos y saludados son partes importantes de nuestra vida social y emocional. Debemos saber cómo identificar a cada uno de ellos y manejar adecuadamente nuestras expectativas en nuestras relaciones. Todos son necesarios pero la profundidad de la relación es lo que los diferencia. En última instancia, cada una de estas categorías de relaciones puede traer una experiencia enriquecedora a nuestras vidas, y ofrecer oportunidades únicas para el crecimiento personal.

Tenemos que priorizar el contacto con las personas que nos hacen sentir más vivos, más capaces y más motivados. En definitiva, aquellas que nos transmiten energía positiva y promueven y nos ayudan a ser mejores.

¡Qué pena, qué hermosos son tus amigos ¡

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