Dejar sobre la mesa el asunto

Por Alfonso Carvajal

Una historia menor pero no tanto. Al amparo de la ley, se ha pedido información al Ayuntamiento; no importa cual, uno cualquiera. Pues bien, se ha hecho en la condición de concejales que nos asiste y sobre cosa de interés público, lo parecía, juzguen ustedes: la calidad y el balance económico del agua, los gastos en celebraciones varias y las quejas de los vecinos en un periodo dado; datos todos —por lo que se ve— cuyo conocimiento distaría de poner en riesgo la seguridad nacional.  Vaya por delante que la petición se hizo ya hace algún tiempo, más de seis meses. Dada la tardanza —la ley fija 5 días para responder—, se insistió de esa manera, despotricando y bramando por lo bajini: que si no nos dan la información, que si esto no puede ser, que si siempre hacen lo mismo, etcétera; el recurso al pataleo. Como tampoco hubo respuesta, se acudió al auxilio del secretario; velan por el cumplimiento de la ley. No puede hacerse un “reparo” que es lo habitual; pero sí, de forma alternativa, “un escrito”, lex dixit. Sea pues, hágase el escrito; es de suponer que el redactado contendría alguna admonición y recordatorio de la ley y su imperativo. Aun así, parecía lógico conocer los términos de su redacción, el contenido, y con esa idea se pidió por la via reglamentaria. Pero…, ¡oh, pasmo de los pasmos!, en vez de recibir el dicho escrito, se nos remite un breve oficio; en él se da cuenta de que, “reunida la Junta de Gobierno del municipio, ACUERDA, dejar sobre la mesa el asunto”. Fin de la historia. No diremos…, no, no lo diremos, que…, para ese viaje no se necesitan alforjas.

“Dejar sobre la mesa” —que no “poner”— puede entrañar olvido; o, si deliberadamente —en sentido lato—, aplazamiento. Pero tal vez merezca la pena seguir la pista al mensaje cabalístico del dichoso oficio. Recurramos a los oráculos. En Google un día del pasado marzo se recuperaron 3.230 documentos que contienen la locución completa, y la primera vez que aparece citada en la lengua de Cervantes sería en 1915. En un documento de la Asamblea Legislativa de Puerto Rico —una ley— se dice que, “el día feriado de José de Diego se conozca además como el Día de Reafirmación del Idioma Español”; en la parte expositiva de la ley se recuerda que en 1915 la Asamblea decidió “dejar sobre la mesa el asunto”. De interés, Google recoge con frecuencia la frase que nos inquieta entrecomillada, un matiz que da sentido (“dejar sobre la mesa”); o el añadido de una explicación (“para su estudio”, “para ser discutido en la siguiente sesión”, “a la espera de recibir…”). Se entiende, matiz es concepto. En todo caso, y por lo que se refiere a su origen, datar con Google no es fiable. Veamos qué dice ChatGPT, la Inteligencia Artificial. “¿Podrías decirme el significado de, `dejar sobre la mesa el asunto? ´”. Al preguntar de esta forma, se obtiene esta respuesta, “´Dejar sobre la mesa el asunto´ es una expresión que significa postergar o aplazar la discusión o resolución de un tema para otro momento, generalmente porque no hay una decisión clara o porque se necesita más información o tiempo para tomar una decisión informada. Es como si el asunto estuviera `en pausa´ y se pospusiera temporalmente sin ser resuelto o tomado en cuenta en ese momento”. Fin de la respuesta, no está mal; animados, se insiste en conocer el origen. “Desafortunadamente, no se puede determinar con precisión la fecha exacta en que apareció por primera vez la locución `dejar sobre la mesa el asunto´”. Vaya, y si se hubiera colado del inglés como “falso amigo”, sucede con frecuencia. Indaguemos. “La expresión `dejar sobre la mesa el asunto´ se puede traducir al inglés como `to table the issue´. Aunque en inglés británico, esta expresión puede significar lo contrario, es decir, discutir el asunto. Por lo tanto, en el contexto estadounidense, la expresión `to table the issue´ significa postergar o aplazar la discusión o la toma de decisiones sobre un tema”. Ítem más, la Inteligencia Artificial sitúa el origen en el parlamento inglés del siglo XVII. En todo caso, de provenir del inglés, habría pasado al castellano la peor de las versiones, la de posponer, procrastinar; la del inglés americano. Sea cual sea el origen, la locución, sin oficialidad como fórmula de resolución administrativa, tiene carta de naturaleza en ciertos ámbitos, si bien —al margen de la indolencia que transmite— se antoja un tanto pretenciosa y vacua.

No olvidemos el asunto que nos mueve, la entera cosa. Una mera e inocente solicitud de información en la Europa del siglo XXI se convierte en un enredo burocrático cuyo epílogo por ahora es un eufemismo bastardo para negar la información. El acceso a la información es un derecho básico de los ciudadanos y que en el caso de los concejales está fundamentada además en la función de control asignada; se recoge de forma explícita en la ley de Régimen Local, “…los miembros de las corporaciones locales tienen derecho a obtener […] cuantos antecedentes, datos o informaciones obren en poder de los servicios de la corporación y resulten precisos para el desarrollo de su función. La solicitud […] habrá de ser resuelta motivadamente en los cinco días naturales siguientes a aquél en que se hubiese presentado”. Resulta un sarcasmo añadido que la frase que pone fin a esta historia —“dejar sobre la mesa el asunto”— incluya un manual de instrucciones en jeringonza leguleya; ríanse, se da la opción de llevar a cabo “recurso de reposición potestativo” o “contencioso-administrativo”, la opción de seguir la rueda. “Que con su pan se lo coman…”.

Revestir un documento inadmisible con apelaciones a la norma, invocar una norma de forma espuria para eludir otra que garantiza un derecho, todo es uno y lo mismo. Una burla. En esta historia, de un tiempo y un lugar, se da cuenta de una broma gamberra, una más, ¿fraude de ley? Dejemos sobre la mesa el asunto…, a ver si cría.

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