Busqué un dibujo para felicitar la navidad, y me encontré con Goya, “Los desastres de la guerra”. Me hizo pensar en Ucrania, mientras leía sobre los desastres y sus miserias, que aún siguen vigentes. Goya no representaba escenas de batallas, ni héroes. Hacía desaparecer el triunfalismo y el heroísmo, solo reflejaba el horror. Mostraba las víctimas de los unos y de los otros, sus dibujos tienen por ello, un valor universal, han trascendido en el tiempo y siguen representando una visión actual de la violencia de la guerra, todo el efecto devastador que tiene sobre los hombres, convertidos en víctimas del propio ser humano.
Pensé en Ucrania, las ciudades sin luz, bajo las bombas; la escasez de medios para sobrevivir, la falta de alimentos, de calefacción, el frío, la soledad y el abandono. Justo ahora, que en el resto del mundo celebramos y exaltamos lo contrario. Ellos, han dejado de ser aquella noticia que nos hiciera temblar, quizás porque el conflicto se ha enquistado en un país que, en apariencia, nos queda muy lejos.
Iba camino de contar un cuento navideño, ilustrar un bonito dibujo con los deseos de siempre, y el destino jugó de forma equivocada. Pero me hizo pensar que, nosotros, pudimos ser ellos. Que después de Goya, siguen las guerras, las injusticias, y la Navidad.
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(Pedimos disculpas a Andrés Escribano y a nuestros lectores por el error cometido en nuestra edición impresa Especial Navidad 2022 al publicar este mismo artículo, pues en su lugar ha salido un texto equivocado por causas ajenas a esta Redacción)
