Nunca es tarde para seguir aprendiendo

Por Antonio Leal Jiménez

Últimamente se escriben demasiados artículos sobre las personas mayores, que generalmente suele considerarse cuando llegan a los 60 años o más. El término "viejo" puede ser percibido de manera negativa en algunos contextos. Como en casos en los que se utiliza para señalar a alguien como obsoleto o fuera de moda. También puede estimarse como una forma de discriminación o degradación cuando se refiere a personas de edad avanzada. Suena a despectivo, y casi está desapareciendo. Se intenta eliminar sustituyéndolo por sinónimos más musicales como "anciano" o la "tercera edad" o "personas con mayor expectativa de la vida".

Es importante que seamos cuidadosos en el uso de las palabras y tratar de evitar estereotipos o prejuicios en relación a la edad o cualquier otra característica de las personas. Existen numerosos casos de personas mayores de 70 años que siguen colaborando en diversas áreas profesionales. Concretamente un grupo de mis amigos, en su mayoría “moñigones”, junto a sus respectivas parejas, son un buen ejemplo.  La edad, para ellos, no es una limitación para seguir aprendiendo, siempre y cuando se mantengan sus capacidades físicas y mentales necesarias.

En nuestra sociedad actual, es común ver una imagen de los viejos ante los jóvenes, donde cada grupo se encuentra en un extremo del espectro social y cultural. Los jóvenes suelen representar la energía, la vitalidad y la innovación, mientras que los mayores están asociados con la sabiduría, la experiencia y la tradición. Muchos mayores tienen claro que ser joven es mejor, y algunos jóvenes se hacen mayores antes de tiempo.

Los filósofos han tenido varias opiniones acerca de la vejez a lo largo de la historia. Algunos la han visto como una etapa de la vida llena de sabiduría y experiencia, mientras que otros la han considerado como una etapa de decadencia y declive. Por ejemplo, Platón en su obra "La República" sostiene que la vejez es una etapa en la que se alcanza la plenitud de la sabiduría y se adquieren habilidades que solo se obtienen con el paso del tiempo y la experiencia. Por otro lado, Aristóteles en "Ética a Nicómaco" sostiene que la vejez es una época de decrepitud y dolor, ya que el cuerpo se va deteriorando y debilitando. Sófocles afirmaba que “los que verdaderamente aman la vida son las personas que están envejeciendo”. Cicerón la consideraba una etapa en la que las personas pueden ser muy útiles y contribuir al bienestar de la sociedad. Él creía que la experiencia y la sabiduría que se adquieren a lo largo de la vida son invaluables y deben ser valoradas y respetadas. Enfatizaba en la importancia de mantener una vida activa y continuar aprendiendo para seguir creciendo y contribuyendo al bien común.

En la filosofía moderna, Kant considera que la vejez no es una etapa del ser humano, sino más bien una condición psicológica que puede darse en cualquier momento de la vida. Asimismo, Friedrich Nietzsche en su obra "Así habló Zaratustra" sostiene que la vejez es una etapa de liberación del cuerpo y de la mente, donde se puede alcanzar la máxima autenticidad.

El envejecimiento es un proceso natural que se produce en todos los seres vivos. A medida que lo hacemos, nuestro cuerpo experimenta diferentes cambios, físicos y mentales, que pueden afectar nuestra calidad de vida. Aun así, a pesar de las limitaciones que puedan presentarse, la necesidad de aprender no disminuye con el paso del tiempo. De hecho, aprender envejeciendo puede ser una experiencia enriquecedora y gratificante ya que puede mejorar nuestra calidad de vida.

Existen diferentes razones por las cuales la población mayor debe continuar formándose. En primer lugar, el hecho de seguir aprendiendo ayuda a mantener el cerebro activo y en forma. Estudios han demostrado que las personas mayores que siguen formándose y desafiando su mente, tienen una mejor salud cognitiva y un menor riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

La formación continuada con el paso de los años, también puede ser una forma de permanecer activos y productivos. Muchas personas mayores se retiran de sus trabajos, pero esto no significa que tengan que dejar de trabajar o de contribuir a la sociedad. El aprendizaje puede ser una forma de mantenerse activos y de seguir siendo productivos. A medida que uno avanza en la vida, puede desarrollarse una mayor curiosidad por el mundo y una mayor apreciación de la belleza y la complejidad de las cosas puede proporcionar nuevas perspectivas y conocimientos, y ayuda a encontrar un sentido de propósito y significado en su vida.

Desde mi experiencia en la Universidad, donde se matriculan cada curso miles de personas mayores de 55 años, he podido comprobar el gran interés por continuar su formación y acuden con verdadero interés al desarrollo de las clases. Consiguen que los profesores nos encontremos muy gratificados, ya que no les mueve el conseguir una nota, sino las ganas de aprender. Para ellos es un orgullo decir a sus nietos “voy a la universidad”.

Sin embargo, existe un estigma que suele asociarse a la vejez: A menudo se asume que las personas mayores ya han aprendido todo lo que necesitan saber, o que no están interesadas en aprender cosas nuevas. Este estigma puede ser una barrera para la participación activa en el aprendizaje y puede llevar a la exclusión social.

El aprendizaje es una necesidad vital para mantener una buena salud cognitiva, mejorar la calidad de vida y seguir siendo activos y productivos. Aunque puede haber desafíos asociados con la edad, hay muchas formas de hacerlo y muchos son los beneficios que se pueden obtener. Es importante reconocer su importancia y su valor en todas las etapas de nuestra vida, incluyendo la vejez. La edad no debe de significar una barrera de obstáculos, sino una etapa que nos ayude a valorar la vida, con sabiduría y tranquilidad.

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