Reflexiones desde mi mochila

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¡DECÍAMOS AYER…!

Es la segunda vez que utilizo la famosa frase atribuida a Fray Luis de León desde que comencé a colaborar con este periódico hace mas de diez años.

La primera vez fue tras un periodo de "silencio" como el que ahora he vivido. Silencio determinado por las circunstancias que este tren llamado "vida" nos impone. En esta ocasión las "circunstancias" son el retorno a España, después de un periodo de estancia (como es bien conocido) en Francia. Cuando marché no tenia seguro si volvería algún día, y hoy me encuentro residiendo de nuevo en mi país, en el pueblo donde pasé mi infancia, adolescencia y algunos años recientes. Si algo me ha enseñado la vida a los que somos "mochileros" y hemos cambiado de lugar de residencia muchas veces, es que nunca se puede decir qué pasará, pero dada mi edad y mis circunstancias, puedo asegurarme a mí mismo que no abandonaré la “piel de toro” lo que me queda de trayecto en este "tren" del que hablaba al principio.

Me vuelvo con una experiencia valiosa. Siempre he dicho y digo que vivir fuera de tu país una temporada es una experiencia muy sana que te hace abrir tu mente. No voy a desgranar hoy todos los detalles aprendidos, pero utilizando el dicho: “no atan los perros con longaniza fuera de nuestra tierra”, creo que más bien aprendes a valorar lo muy bueno que tenemos los españoles.

Últimamente escribía desde la perspectiva de un “alcazareño ausente”, ahora tendré que hacerlo desde el propio corazón de la Mancha, utilizando como digo esa visión privilegiada que me otorga el haber vivido y por tanto poder comparar con lo que se "vive" en otro país, muy cercano geográficamente, pero no tanto socioculturalmente.

Me he encontrado un pueblo, yo diría incluso una comarca y una región, que avanzan a un ritmo muy importante, sobre todo a ojos de quien no ha vivido ese avance estos últimos años. También, por qué no decirlo, un crecimiento de los populismos en el peor sentido de la palabra, con ciertos sectores o grupos empeñados en banalizar e incluso llevar al esperpento la vida publica. Algo que, por cierto, no es exclusivo de nuestro país y puedo dar fe de ello.

Sigo viendo a más paisanos de los que me gustaría en esa actitud tan nuestra de minimizar en lugar de resaltar las bondades de muchas de nuestras cosas, como por ejemplo nuestra excelente sanidad pública, y de nuevo puedo dar fe porque he trabajado para la del país vecino y la superamos con creces. O en la formación de nuestros profesionales titulados superiores, cuya cualificación es bien reconocida mas allá de los Pirineos. Siento no poder hablar de los profesionales no titulados superiores porque no tengo referencias, pero estoy seguro que también. O de nuestra capacidad de trabajo, que por mucho que quieran convencernos de lo contrario, es muy superior a la de nuestros vecinos.

Sin duda tenemos muchas cosas en las que mejorar, pero les puedo asegurar que en el país galo al menos, en general, no “tiran piedras a su propio tejado” como nosotros solemos hacer con cierta frecuencia. Sinceramente nos vendría bien un grado de ese chovinismo francés por todos conocido.

Ahora que he vuelto estoy más orgulloso, si quieren, de haber nacido y aprendido en esta España nuestra. Y me gustaría que valorásemos más aún si cabe, lo que tenemos y lo que hemos conseguido con trabajo duro durante años, incluso a pesar de haber pasado periodos oscuros y retrógrados en nuestra historia no muy lejana. Nadie regala nada a una sociedad que quiere vivir como tal con unos niveles sociales de igualdad elevados, y con la libertad necesaria. Ha costado y sigue costando muchos esfuerzos de todo tipo, incluso económicos, como para dejar que se pierdan o que haya quienes los quieran rebajar. En el país que he vivido y trabajado hasta hace unas semanas, no se permitiría un paso atrás en esos temas y estoy convencido de que en el nuestro tampoco, aunque a veces sea necesario que lo gritemos a los cuatro vientos sin pudor.

Termino diciendo, querido lector y paisano, que estoy muy feliz de haber regresado y espero poder seguir aportando con mi pluma las poca experiencia adquirida estos años en nuestro vecino europeo.

¡Sigan siendo felices siempre!

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