Simplezas

Por Alejandro Matilla García.

Al llegar la tarde, decidí bajar al parque para dar un paseo y aprovechar para repasar la prensa. Me senté en un banco cuando oí  el llanto  de un niño. Sentí curiosidad por el motivo de aquellos sollozos. Era muy simple; la madre del muchacho le había amenazado con darle de merendar otra vez jamón serrano.

Continué con mi periódico: “El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha lanzado a la ciudadanía española la siguiente pregunta: ¿Cree usted que la tortilla española debe hacerse  con cebolla o sin cebolla?” En ese momento el ácido sulfúrico que desprendía aquella cebolla traspasó el papel y me hizo llorar.

Hace unos días, aquí en mi ciudad, una dotación de bomberos, más la policía local, emplearon la mitad de su jornada en bajar un gato de un árbol. La denuncia era de unos vecinos, que se quejaban porque el gato, que no había desayunado, no paraba de maullar.

Al mismo tiempo, el Ejercito Español con gran generosidad y esfuerzo ha mandado a Marruecos cuatro perros para intentar encontrar algún superviviente. Esperemos que no se constipe ningún animal.

El no saber que eres tonto hace mucho daño a los demás:

Sembraba ajos con un cuerno afirmando que aquel invento lo había sacado de su cabeza.

Era tan simple que no sabía andar y comer chicle a la vez.

Dos hermanos dormían en la misma cama, uno de ellos siempre quería dormir en medio.

Estas simplezas las escribo al no ser capaz de hablar del momento actual, sobre todo de nuestra política. A veces en la mochila me queda una piedrecita.

Un trabajador con un sueldo digno puede ganar 2.500 euros al mes, 30.000 euros anuales. Un deportista de élite o un gran empresario unos 10 millones al año.

Para ganar ese dinero, un obrero debería trabajar 330 años.

El mundo está lleno de simplezas que pasan desapercibidas. No todas son divertidas.

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