REFLEXIONES DESDE MI MOCHILA

Una vez más Navidad

Pues estamos de nuevo metidos en La Navidad y el cambio de año. Afortunadamente lo estamos… la alternativa no es, digamos, deseable.

Es el momento que normalmente utilizamos para recordar lo vivido y a las personas, especialmente las que ya no pueden estar metidas en Navidad y cambio de año. Y recordando, entre las Navidades vividas en Sevilla (muchas), Asturias y Francia (algunas) y las vividas en el pueblo (bastantes) me han venido recuerdos de hace 40 y hasta 50 años. Es lo que tiene la edad.

¡Cómo ha cambiado el pueblo!¡Y las personas!¡Y la forma de vivir!. Recordando la peli de Kathleen Turner: Peggy Sue se casó, de 1986, donde se desmaya y despierta 25 años en el mismo sitio siendo espectadora de su propia vida, he querido intentar revivir las navidades de los años setenta y ochenta…

El pueblo era diferente, aún muchísima gente trabajando en la RENFE, la plaza llena de árboles y jardines, las calles menos ajetreadas. Y me he encontrado yendo los días antes de Navidad al Instituto Miguel de Cervantes entre descampados, caminando como mis compañeros, con la nariz y orejas congeladas. Desde la plaza he subido la Castelar y me topé con Eloy y su máquina de castañas envueltas en el cucurucho hecho con páginas de periódico (Ya, ABC, El País…) Hay luces en las calles, las mismas de todos los años, con alguna bombilla fundida, pero dan alegría.

He vuelto a encontrarme con la pandilla de amigos, discutiendo y quedando para terminar los disfraces que vamos a ponernos en el desfile de Carnaval… Ese año iremos todos vestidos de los años 20. Hay que hacerse fotos. Y salido por la Castelar en el desfile viendo de qué van disfrazados las otras pandillas, antes de irnos a cenar ¡Una vez al año lo merece! al Restaurante Sancho del Hotel Don Quijote. ¡Este año nos han dado un accésit en los premios a grupos sin carroza! Quizás algún día vayamos al Crisfel o Cenjor… o al Alcázar a ver la última peli.

Cena de Nochebuena en mi casa. Preparamos la mesa. Mi madre está nerviosa como todos los años, para ella es la cena más importante del año. Nos juntamos los cinco hermanos y mis padres. Hay que rezar a la figura del niño Jesús que coloca en el aparador antes de cenar. Después nos cruzamos a casa de mi tía. Mi abuela, ya mayor, ha hecho las tradicionales sopas de almendras. Hora de departir y reír con los tíos y primos…

Y luego pasó el carnaval y llegó Nochevieja. Cena en familia, pero en cuanto dan las uvas, de las que mi padre no perdona ni una, de fiesta con los amigos. Este año hemos alquilado un garito. Hemos comprado bebida y comida, para luego el amanecer, por si no hemos cenado ya suficiente y nos entra hambre.

Y por fin Reyes, noche aún mágica, aunque ya no tanto como cuando creías en ellos. Pero mi hermano pequeño aún cree, así que nos toca a los que volvemos de fiesta, no muy tarde, hacer de reyes y colocar para todos.

Luego me he despertado en 2023. Estoy en Alcázar, sí. Ya no están mis padres, ni mis tíos (salvo uno), ni mi abuela… Ya no hay sopas. Ya no hay cines (ahora son otros). El descampado para ir al Instituto está lleno de pisos, bares… y un gran hospital. La Renfe en Alcázar no es lo que era. Eso sí, la maquina de Eloy y sus castañas, con otro Eloy, sigue perenne. Estoy casado con mi novia de entonces, tengo un hijo dentista en Francia y estoy cerca de la jubilación. Vamos a intentar cenar los amigos de la pandilla de entonces, siempre decimos lo mismo…

Ahora quiero mirar adelante y soñar cómo serán mis Navidades dentro de 10, 20 años… 30 es demasiado. Y eso me agrada, aunque me cueste. ¡Recordar está bien, pero prefiero prepararme para las que voy a vivir con las personas que aún forman parte de mi vida!

FELIZ NAVIDAD Y FELIZ 2024

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