ENCUENTRO CON NUESTROS MAYORES

Andrés Manzaneque: Un octogenario muy optimista preparado para llegar a los 120 años

Por Antonio Leal Jiménez
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Breve diálogo previo, dedicado a la Memoria del MAESTRO alcazareño D. Juventino Tejera Sánchez- Mateos, fallecido el 26 de junio de 2021, como recuerdo de sus muchas enseñanzas.


- A.L.J. Tener que decir adiós a un amigo es algo para lo que nadie nos prepara en la vida.
- A.M.T. Asumir la muerte de una amistad tan intensa como la que he tenido con “Juven” ha resultado ser uno de los peores golpes que la vida puede traernos.
- A.L.J. Miles de jóvenes de Alcázar tenemos que darle las gracias por su ejemplo como persona y en el ejercicio de su profesión. Para mi generación significó también, enseñarnos a amar el baloncesto y todos los valores que su práctica conlleva.
- A.M.T. Estoy muy orgulloso de haber sido su amigo y siento deseos de hacerlo público. Su entrega, su capacidad de sacrificio y honestidad, siempre será un referente. Alcázar de San Juan ha perdido un MAESTRO inteligente, serio, educado, recto, amable, abierto y tolerante…

Andrés, conocido también por su apodo familiar “Colique”, nació un año bisiesto que comenzó en viernes según el calendario gregoriano, y desde hace casi noventa años, no se le ha olvidado lo importante que es vivir. Con bastantes años de más de medio siglo de labor profesional, se conoce todos los avatares que implica el ejercicio de su profesión en su ciudad natal, de la que se siente orgulloso, siendo además Hijo Predilecto nombrado en la primavera del año 2009.


Toda una vida dedicada a los demás en el campo de la salud, avala la experiencia del enfermero, ATS o "practicante" -como a él le gusta llamarse- y que curiosamente hasta el año 1904, no se permitía el acceso a esta profesión a la mujer. Ha conocido miles de hogares alcazareños poniendo inyecciones que solían doler, pero que todo lo curaban, hirviendo las jeringuillas en un cacharro metálico, sanando heridas, tomando la tensión, asistiendo a partos… En la actualidad encuentra la paz y absoluta tranquilidad escribiendo libros, tratando de conseguir un buen récord: llegar a los cien. No deja de animar a las personas que se han jubilado a que realicen actividades que les permita vivir con más alegría. Nos remite al libro de Cicerón, “El arte de envejecer”, donde el filósofo aborda directamente los grandes temores a ello. “La gente nace, vive, muere, pero se les olvida vivir".


Está a punto de cumplir los 90 años y no se considera viejo, “estoy hecho un chaval”, y nos dice muy convencido que cumplirá los 120 años, que, a su entender, es lo que “el cuerpo le tiene
programado”. Andrés es un manchego al que también le gusta el buen vino. Apasionado de su profesión siempre lleva consigo su juramento Hipocrático y repite continuamente una de sus máximas favoritas: “Hay que saber para conocer, conocer para trabajar y trabajar para curar”. Cercanía, cordialidad y mucha profesionalidad, son algunos de sus rasgos más significativos y como todo profesional de la salud conoce bien que ha tenido en sus manos, la responsabilidad de tratar directamente con el padecimiento humano. Siempre ha sabido comunicar a través de un lenguaje claro y efectivo, en su faceta como escritor y conferenciante, los complejos aspectos relacionados con la salud.


PREGUNTA: Con casi noventa años de experiencia de la vida, ¿Qué es lo más importante que has aprendido? ¿A menudo miras hacia atrás y ves todo lo que llevas vivido? Cuando eras más joven ¿Creías en la suerte o más en el esfuerzo para conseguir alguno de tus sueños?
RESPUESTA: He aprendido a ser sincero, y también a mirar solo hacia adelante. El trabajar te hace grande y nunca se debe mirar hacia atrás para seguir viviendo y confiar un poco en la suerte que ayude para llegar a cumplir tus deseos... ¡ser el mejor! tanto en la profesión de sanitario como cuando jugaba al fútbol.


P. El hecho de haber cumplido más de ochenta años ¿Te permite contemplar la vida desde una cierta perspectiva general contemplando los acontecimientos diarios en su verdadera dimensión, sin menospreciarlos ni exagerar su importancia? ¿Qué recuerdos tienes de tu infancia en Alcázar?
R. igualmente he aprendido que la vida es corta, que trabajar es lo más importante y que gracias al esfuerzo diario se puede llegar a conseguir los sueños y las ilusiones para ser el mejor.
    Tenía un amigo enfrente de mi casa de la calle Cervantes, que tenía una era en la calle San Marcos, Me encantaba trillar…otras veces, cuando venía “La Bernarda”, corríamos casi desnudos a resguardecernos en una bodega que había enfrente de mi casa.


P. Cuándo te dicen que eres mayor para hacer alguna cosa ¿Crees que cualquier tiempo pasado fue mejor?
R. Gracias a la experiencia se llega lejos y gracias al conocimiento puedes llegar a ser el mejor, el deseado, el número uno...agarrarse al pasado para saborear el presente.


P. Recientemente has escrito que “Los viejos estorban en todo los sitios, ven poco, oyen menos, la memoria les falla y les cuesta retener las cosas, Y… se mean en los pantalones”… ¿Es esto lo que ven tus ojos, lo que sientes de verdad y en definitiva, lo que tu experimentas?
R. Gracias a la paga de los viejos, muchas familias pueden vivir. Ser viejo es uno de los logros de la vida. Si muchos viejos siguen en sus domicilios sin llevarlos a las residencias de mayores y soportando algunos inconvenientes como toser, estornudar y preguntar la hora que es en cada momento, deben ser perdonados.

P. ¿Piensas que la vida no comienza ni termina a ninguna edad, sino que el principio es cada mañana cuando despiertas? La persona responsable ¿Debe descubrir por él mismo qué es la vida?
R. Los viejos son la experiencia y debemos escuchar sus sabios consejos, pues sabemos que la vida depara desgastes. Ellos tranquilamente nos dicen que no desgastemos la vida, como ellos que trabajaban de sol a sol para mendigar un mendrugo de pan.


P. Con 16 años ya escribías a máquina en el desaparecido Instituto Nacional de Previsión. Desde entonces has escrito más de ochenta libros que no se han publicado y que relatan
historias particulares. ¿Cuáles son los valores más importantes para mantener una buena convivencia social? ¿Qué intentas transmitir en tu libro “Historia de una bata blanca”?

R. Cuando se es joven solo piensas en encontrar un trabajo digno. Algunos como yo tuvimos la suerte de encontrar personas buenas en el camino. Un Otorrino que me pagaba los estudios para estudiar Medicina. Un Inspector Médico, amigo de mi padre, que enderezó mi vida. Una monja-enfermera, o era Enfermera-Monja, que avivó mi vocación sanitaria desde que me jubilé de Practicante, con 65 años, me dio la locura de escribir y así surgió la "Bata Blanca", un libro que habla de las restricciones de la posguerra civil española y de lo bonito de empezar a tener novia.


P. Don Miguel, tu personaje preferido, ese hombre del campo con una inteligencia natural, ¿Qué piensas de la siguiente afirmación: El órgano sexual más importante es el cerebro?
R. Desde que me jubilé me entró la locura de escribir y para ello tenía que tener un personaje propio. Don Miguel, viudo, jubilado de la agricultura, listo, ocurrente, que nació como retrato de cualquier manchego. Para Don Miguel la sexualidad era cosa de jóvenes, los mayores ya no tienen sexo, pero tenemos inteligencia. La sexualidad hace una felicidad pasajera, no perenne. Ser mayor te enseña a ver la belleza de las cosas.


P. ¿Es mejor saber un poco más, que vivir un poco menos? ¿Piensas que vivir sin darse cuenta de lo que uno vive no es vivir, sino que es pasar el tiempo?
R. La vida está hecha de pequeños trocitos de placer. Se nace, se vive, se muere, pero a mucha gente se les olvida vivir, porque pierden el tiempo en nimiedades. Tenemos que agarráramos al dicho manchego: "Hay que saber vivir y no morir”.


P. ¿Qué se siente al tener casi noventa años y saber que te espera un futuro que has de continuar buscando vivencias hasta cumplir los 120 como es tu deseo? ¿Cómo tienes previsto construir tu propia vejez? Si tuvieras la capacidad de regresar hacia atrás en el tiempo, ¿qué cosas harías que en su momento no te atreviste?
R. Escribir, escribir y escribir para seguir ampliando mi biblioteca particular. La vejez la venceré haciendo una vida normal. Comida sana, beber poco y dormir mucho, porque saber envejecer con un corazón joven... ¡es todo un arte! Haría con verdadera ilusión estudiar para ser médico que rechacé en su día para trabajar como practicante y cásame. También pediría perdón a mis hijos porque en momentos suyos de recibir placas, diplomas y títulos no pude estar por exceso de trabajo.


P. La muerte se considera en nuestra sociedad un tabú, como también lo es para las instituciones y profesionales sanitarios. ¿Qué opinión tienes al respecto? ¿Cómo te afecta la muerte en tu entorno profesional?
R. Todos tenemos que morir aunque no queramos, es ley de vida. Cada vez que se muere algún profesional sanitario, sobre todo de mi profesión de Practicante, como amigo, les suelo escribir una Necrológica. Pero cuando se murió mi esposa, madre de cinco hijos, estuve enfadado con Dios mucho tiempo...Me podía haber echado una mano y dejarla viva por los enfermos que habla salvado en mi vida profesional.

P. Vivimos en una cultura obsesionada por la juventud que está constantemente tratando de decirnos que ya estamos más o menos caducos. ¿Está la experiencia en la vida devaluada? ¿Crees que la actividad intelectual no está afectada por la edad, sino enriquecida por ello?
R. Los jóvenes tienen razón: estamos, viejos, caducos, pero bien nos buscan cuando tienen problemas de trabajo, de estudios, de dinero, sentimentales... Ser viejo es la obra maestra de la vida. Estamos llenos de inteligencia y nos sobra experiencia para repartir sabios consejos.

P. Eres un alcazareño que ha vivido intensamente la ciudad desde pequeño. ¿Cuáles son tus lugares favoritos para pasear? ¿Qué es lo que más te gusta de nuestro pueblo?
R. La estación de RENFE – hoy Adif _ para por la vía acercarse los trenes con máquinas limpias, calladas, sin ruido… otra de las cosas que me apasiona es caminar por las calles del barrio de Santa María, viendo el Torreón, el Cubillo, la estatua de Cervantes, la Iglesia, el Callejón del toro…

    He visto como mi ciudad crecía y crecía para ser cada vez más hermosa y conocida.


Con todo me quedaría,
con sus iglesias,
su Ayuntamiento,
sus calles y avenidas.
Sus monumentos y hasta
su estación y los molinos,
con sus vecinos y vecinas,
con todo me quedaría.
Con la plaza, sin la alberca,
con la Castelar,
sus comercios,
con todo me quedaría.
Con los bares, güisquerías,
restaurantes, peluquerías,
hasta con su hospital,
con todo me quedaría. .

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