Escribir a mano

a mano

(La primera versión del artículo ha sido escrita a mano, usando una vieja pluma con tinta Inoxcrom. Después de unas revisiones, se ha pasado al ordenador).

Escribir a mano, ¿te acuerdas? La escritura nos permite transmitir mensajes de forma precisa y clara. La mayoría de los expertos consideran que, su origen fue en Mesopotamia, hace más de 5000 años, donde los sumerios crean la escritura cuneiforme que la estampaban en tablillas de arcilla con un cálamo de caña; los egipcios lo hacían sobre papiros; los romanos utilizaban un punzón de metal para escribir en tablillas enceradas y los monjes medievales tardaban años en copiar manuscritos a mano.

En la actualidad, resulta complicado escribir a mano. Muchos lo tenemos casi olvidado. No es el caso de mi amigo Antonio, su pluma Parker y su tinta Pelikan. Se la compró su padre en la imprenta Mata, cuando aprobó el ingreso de Bachillerato en la Academia Balmes. Desde entonces, hace más de sesenta años, no ha dejado de utilizarla. La riqueza de su vocabulario y su vasta cultura, en gran medida, se la debe al no haber abandonado nunca la escritura a mano. Siempre siente ganas de escribir cuando tiene la pluma en la mano.

Recuerdo una vez que estaba haciendo un examen y casi al finalizar, mi bolígrafo BIC cristal, comenzó a quedarse sin tinta. Tuve que presionar el tubo que contenía la tinta con fuerza para que ésta saliera, lo que hizo que mi escritura se volviera casi ilegible. Afortunadamente, logré terminar el examen a tiempo, pero fue una experiencia estresante que me recordó la importancia de llevar siempre un bolígrafo de repuesto.

En aquella época, tener una buena letra era fundamental para que los demás entendieran nuestra escritura. Además, nos aportaba habilidades para fortalecer nuestra disciplina, el autocontrol y capacidad de superación, tan necesaria en el día a día. También alguna que otra dosis de creatividad. Como la de hacer “chuletas”. El experto era Francisco, que desde entonces no ha vuelto a coger una pluma para escribir. Utiliza siempre el ordenador y en el uso de las redes sociales acorta letras a muchas palabras. Lo justifica diciendo que es por economía.

Al comienzo del curso académico en la universidad suelo invitar a mis estudiantes, todos ellos provistos de ordenadores, a que escriban a mano en tres líneas, alguna de las razones del por qué han elegido la carrera que estudian. La respuesta generalizada es de un silencio absoluto. Las miradas se cruzan y los gestos parecen indicar que no están seguros de sí sabrán hacerlo. Parece que me quieren preguntar ¿para qué sirve el escribir a mano en los tiempos donde las nuevas tecnologías forman parte de nuestra vida? Para qué leer, escribir a mano y pensar, si todo se les da hecho, en una época donde desde los más jóvenes, a los más adultos, manifiestan estrés y nerviosismo si no permanecen cerca de su móvil o están constantemente conectados, pasando horas junto a estos dispositivos y sufriendo una auténtica adicción. Ninguno de los estudiantes había escrito más allá de cinco líneas a mano en los últimos doce meses.

Hasta hace pocos años, la escritura era forzosamente manuscrita. La estilográfica, el bolígrafo, y el lápiz con punta de grafito, eran las herramientas utilizadas. Antes de la llegada de los ordenadores, la máquina de escribir era, sin duda, una importante herramienta. Desde la presentación de la Remington Model I, en 1873, aparecieron máquinas eléctricas, electromecánicas, portátiles y electrónicas. Con la llegada de la revolución digital y de los procesadores de texto a partir de la década de los sesenta en el siglo XX, serían reemplazadas paulatinamente por los procesadores de texto y, años más tarde, por los ordenadores que pronto comenzaron a popularizarse

Pero, en cierto punto de la historia, la escritura manual ha quedado relegada a un segundo plano, para dar lugar a la escritura casi exclusiva en el ordenador o en el móvil. Un texto escrito de manera digital tiene ventajas evidentes: legibilidad, facilidad de reproducción, posibilidad de transmisión instantánea…

Definitivamente, estamos perdiendo el hábito de escribir en el papel para reflexionar sobre pensamientos y emociones; escribir a amigos y familiares; y algún que otro poema; hacer una lista de tareas y tantas otras cosas. Nos estamos olvidando de que, al escribir a mano, recuperamos parte de nuestra libertad.
Escribir a mano es una forma de expresión personal. A pesar de los avances tecnológicos y el uso generalizado de los ordenadores y los dispositivos móviles, la escritura a mano, sigue siendo relevante y tiene sus propios beneficios. No solo es una herramienta para comunicarse, sino que también es una forma de arte. Cada trazo, cada letra tiene su propio estilo y personalidad. Refleja nuestra individualidad y puede transmitir emociones y sentimientos de una manera que la escritura digital no puede igualar.

La magia en El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, se manifiesta utilizando 8.073 puntos; 37.607 comas; 4.802 puntos y comas y unos 690 signos de admiración, que le sirvió a Cervantes para manuscribir las 378.591palabras- 22.950 diferentes, casi la tercera parte de las que recoge la RAE-. Pablo Neruda, como muchos de su generación, en un cierto momento cambió la pluma por la máquina de escribir. Pero más tarde volvió al manuscrito de forma casual. … “descubrí que mi poesía era más sensible cuando escribía a mano; sus formas plásticas podían cambiar más fácilmente… la poesía debería escribirse a mano”. Miguel Delibes, a pesar de ser periodista, siempre escribió a mano, y su caligrafía cada vez resultaba más ilegible. JR Rowling, escribió el primer libro de Harry Potter con un boli sentada a la mesa de un café.

La escritura manual activa tres procesos cerebrales fundamentales: el área visual, la motricidad y capacidades cognitivas, como la lógica y la memoria. Existe una conexión única entre el cerebro y la mano. Investigaciones científicas han demostrado que su ejercicio estimula diferentes áreas del cerebro, mejora la memoria y la retención de información y retrasa el envejecimiento mental.

En un mundo donde la mayoría de las cosas se hacen de forma digital, es un ejercicio mental que nos ayuda a mantener nuestras habilidades cognitivas que requiere una coordinación entre los músculos de la mano y el cerebro, lo que nos ayuda a mantener nuestra agudeza mental. Muchas personas encuentran satisfacción al tomar un lápiz, una pluma, o un bolígrafo y plasmar sus pensamientos en papel.

Es una actividad que nos permite expresar nuestras ideas y emociones de manera más genuina y sincera. Es una forma de meditación y autoexpresión. Nos ayuda a memorizar y aprender mejor las reglas ortográficas y gramaticales. Al tener que pensar en cada letra y cada palabra mientras escribimos, prestamos más atención a la estructura del lenguaje y la forma correcta de escribir las palabras. Muchos documentos históricos y obras de arte están escritos a mano, y su escritura es un testimonio de la época y la persona que los creó. La escritura a mano proporciona un sentido de continuidad con el pasado y una conexión tangible con nuestra herencia cultural.

Aprender a escribir en conjunto, a menudo con pluma estilográfica en el Reino Unido, es casi un rito de iniciación para los estudiantes de primaria. En Finlandia, una de las mayores referencias globales sobre educación, que suelen ocupar los primeros puestos en el informe PISA, se dejó de impartir la caligrafía simplificada de manera obligatoria por la escritura con letra de imprenta, algo que también sucede en otros lugares de Europa, como Alemania.

Sociológicamente, es un hecho que las culturas más vinculadas con la familia, con las relaciones afectivas y con mayor preferencia por el contacto social, como son las mediterráneas mantienen un modelo caligráfico escolar con letras ligadas. Por el contrario, en Europa central y los países del norte, se apuesta por las letras desligadas en la enseñanza de la caligrafía escolar. Estas culturas son más distantes en términos de relaciones y afectos, más independientes y más frías en términos de vínculos afectivos y familiares.

Sería recomendable el recuperar el uso de la escritura a mano y que se vuelva a utilizar la pluma y el bolígrafo BIC, de toda la vida, azul o negro, o si lo prefieren el lápiz de mina blanda y fina, y se convierta en un hábito necesario que se encuentra en peligro de desaparecer. Por tanto, queda abierta la invitación a reconquistarnos con la escritura manuscrita y así dejar fluir nuestro interior para crear. Escribe a mano, siempre que puedas.

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