Historietas, anécdotas y gratitud en nuestro paso por "La Trini"

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Si has sido alumno del colegio participa enviando tu felicitación por el Centenario y alguna anécdota o recuerdo a [email protected] y los iremos publicando en elsemanaldelamancha.com. Con tu participación esperamos batir un récord de felicitaciones.

CONSTANTINO LÓPEZ SÁNCHEZ-TINAJERO (1959)

Alcázar de San Juan (Ciudad Real)

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Año 1975. De pie de izquierda a derecha:  Cecilio Martínez Leal, Luis Miguel Muñoz Ríos, Ángel Laguna Cencerrado (fallecido), don Saturnino Ecuador Cortés, Julián Carpintero Montes, Padre Jesús Calles Fernández, Padre Manuel Sendín García, Lorenzo Moraleda Díaz-Pintado, don Francisco González, José Luis Ballesteros Montón (fallecido), Francisco José Sánchez Zarca, Juan Jesús Olmedilla Modroño y don José Luis Vaquero. En segunda fila en cuclillas: Vicente Rosado Lara, Ángel José Montesinos Comino, Trinidad Muñoz Abengózar, Andrés Miguel Manzaneque López, Inocente Campo Atienza, Benjamín Montesinos Comino, Luis Miguel Alaminos Montealegre y Santiago Ruiz Villanueva. Abajo sentados: Benito Adán Ledrado, Jesús Manuel Martínez Meco, Aurelio Carretero Huertas, Manuel Iniesta Carreño, José Fernando Izquierdo Díaz, Jesús Gómez-Comino Pérez y Constantino López Sánchez-Tinajero.

 

Seis años que influyeron favorablemente en mi vida

Siento una alegría inmensa por asistir a este momento histórico en que el Colegio Santísima Trinidad cumple cien años. Quiero felicitaros a todos por haber formado parte de este gran proyecto de vida a lo largo de todo este tiempo. Pero quiero personalizar mi felicitación en el actual equipo directivo que está encargándose de organizar una celebración del Centenario a la altura que el Colegio se merece y aprovecho también para agradecer a todas aquellas personas que están poniendo su empeño en que este aniversario sea una realidad y que están colaborando para hacerla posible. Será todo un hito para la ciudad de Alcázar de San Juan.

Mis queridos compañeros exalumnos, es un placer contactar con todos vosotros para contaros mis peripecias por el Colegio. Lo primero que tengo que contaros es que agradezco de corazón a mis padres que eligieran para mí el “Reconocido” Colegio y decidieran que yo cursara en él mis estudios de Bachillerato.

La educación recibida allí, tanto académica como la formación personal es uno de los activos que recibí allí y que me ha acompañado toda mi vida. Este beneficio que obtuve es muy difícil de cuantificar, por eso estoy seguro de que el esfuerzo económico que mis padres hicieron se vio compensado con la innegable influencia tan positiva que supuso un impulso muy favorable en mi vida.

Cursé el Bachillerato entre los cursos 1969-1970 (1º) a 1974-1975 (6º). De aquellos seis años en que disfruté del Colegio sólo guardo buenísimos recuerdos. Y de los compañeros que entonces llegamos hasta 6º curso… ¿qué os puedo contar que no conozcáis? Es la Promoción del 75 de la Trini, la que 49 años después (precisamente en este año 2024 cumpliremos 50 años) todavía nos seguimos reuniendo para comer en Navidad. Por eso, nuestra amistad persiste y viene de lejos. Es un verdadero placer compartir con ellos, que vienen desde diversos lugares de España, aunque solo sea una vez al año, unas horas magníficas. No hemos perdido el contacto y nos comunicamos habitualmente. ¡Qué grande es la amistad! Lo decía Miguel de Cervantes en La casa de los celos y selvas de Ardenia: “amistades que son ciertas nadie las puede turbar”. Es un orgullo saber que nuestra educación en la Trini y la propia valía de los compañeros, les ha hecho alcanzar puestos de responsabilidad en la empresa privada y en la Administración. 

Anécdotas a lo largo de seis años hay muchísimas, muchísimas… pero yo voy a recordar una que me afecta a mí. Es sabido que los alumnos son muy dados a poner algún mote o apelativo a los profesores: que si el padre “Fidelín”, el padre “Fidelón”, “el Mantisa”, “el Cheche” (el padre Jesús Calles que fue director del Colegio), etc. Pues el caso es que llegó un profesor joven de fuera, concretamente de Madrid, que se llamaba don Francisco González y al que inmediatamente llamamos “el Jerry” porque guardaba un cierto parecido con el actor Jerry Lewis sobre todo cuando se reía y lo hacía a menudo en las clases con una risa franca y sincera. Este profesor era muy agradable y ameno y no se cortaba para nada, y como sabía que eso de los motes era moneda corriente no solo no se escandalizó, sino que él mismo gustaba de ponérselo a los alumnos- A mí me bautizó como “el albañil”, aduciendo que daba una de cal y otra de arena, porque me sabía la lección solo cuando estudiaba y no me la sabía los días en que emperezaba y me echaba a la bartola…

Recuerdo también los partidos de fútbol a vida o muerte que jugábamos contra los “tordos” (seminaristas) y las actividades culturales y las obras de teatro que llevábamos a escena en el salón de actos y sobre todo las fiestas anuales que hacíamos con nombramiento de “damas” incluidas, con mucho boato, en las que participaban las chicas del vecino Colegio de la Sagrada Familia.

Eran los tiempos en que despertábamos a la adolescencia y los sentidos pugnaban por abrirse camino… El Colegio ya podía dejarnos solos para encarar nuestro futuro con garantías. De todos sin excepción guardo un magnífico recuerdo porque empeñaron parte de su vida y un gran esfuerzo en convertirnos en mejores personas.

PEDRO MONTEAGUDO CAMACHO (1952)

Alcázar de San Juan (Ciudad Real)

A través de estas líneas quiero expresar mi felicitación al Colegio de la Santísima Trinidad (Trini - Balmes), en el cumplimiento de su Centenario en este año 2024.

¡Cien años dedicado a la enseñanza!  ¿Cuántos alumnos habremos pasado por este Colegio? Sería interesante saberlo.

También quiero expresar mi gratitud a la "Trini" porque los cimientos de mi educación formativa y moral los adquirí desde que tengo uso de razón en este Centro, habiéndome servido posteriormente para desarrollar mi profesión y en cierto modo también ha influido en mi personalidad.

Del periodo en el que estuve en la "Trini", recuerdo infinidad de historietas que como adolescente quedaron de forma imborrable en la memoria. Pero hubo una que, seguro que los compañeros de mi época recordarán. "El tenebroso "descubrimiento de un cementerio, osario o restos de huesos humanos en el patio o recreo, lugar que utilizábamos para dar patadas al balón y a quemar nuestras energías en el frontón o en la cancha de baloncesto.

En fin, reitero mi felicitación al colegio, así como mi gratitud por haber sido alumno de la Trini".

Un abrazo.

 

 

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